El Waterloo de las maquinitas y los dramas recurrentes que fogonean la bronca

Colas interminables en un colegio porteño

Voto en un viejo colegio de Palermo Pobre pero Digno, cuyo alumnado en la década del 70 tenía muy buenos jugadores y muy duros. Jugábamos al fútbol contra ellos en el viejo descampado de la ex Penitenciaría de Las Heras casi todos los sábados por la mañana. Aquel "país bueno" tenía la misma desigualdad que Dinamarca, pleno empleo, una pobreza del 3% y una indigencia sin drogas. Todavía no nos había caído en la cabeza el Rodrigazo ni se había abierto el largo y doloroso tobogán hacia estas arenas movedizas.

En esta misma escuela llena de fantasmas amigables formo una larguísima fila, y lo primero que escucho es a una madre diciéndole a su hijito: "Ya te dije que todavía no sé a quién voy a votar, si es que voto". Pienso cuánto voto de última hora puede haber en esta elección caracterizada por la tristeza, la duda y la indiferencia, y sobre todo el silencio frente a los sondeos. No sé, no contesto. O no contesto, precisamente porque no sé. Un voto de última hora se alimenta de noticias y de un sentimiento cívico bajo emoción violenta.

A Larreta le habían intentado crear una Maldonado el jueves, pero la mega operación no habría dado mucho resultado: algunos trucos mentirosos pierden efectividad por desgaste y repetición. Por hartazgo. Pero, claro está, algún problema podría haberle ocasionado al alcalde con fama de eficiente...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR