Vuelve un clásico del Oeste, a la medida de nuestro tiempo

Desde que abrió, hace exactamente dos semanas, el gigantesco e influyente Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF 2016) se dijeron muchas cosas alrededor de la nueva versión de Los siete magníficos, que llega hoy a los cines argentinos 56 años después del estreno del film original, clásico entre los clásicos del cine del Oeste.

Pero detrás de los temas de debate de esta nueva versión (un elenco protagónico marcado por la diversidad étnica y racial, un retrato violentísimo de la sociedad estadounidense de fines del siglo XIX con ecos en los debates políticos actuales, la vigencia de un género casi extinguido como el western), un proyecto tan ambicioso como éste también puede surgir de una sola frase, sencilla y escueta. "Lo único que yo quería era ver a Denzel Washington montado a caballo", confesó Antoine Fuqua, director de la película, en el primer encuentro con la prensa internacional posterior al estreno mundial de la película en Toronto, del que participó LA NACION.

Ese sueño fue posible sólo porque Washington, una de las estrellas más cotizadas y exigentes del Hollywood actual, confía en Fuqua más que en ningún otro realizador.

Ese vínculo tan sólido coronó a Washington como ganador del Oscar en la mejor película de Fuqua, Día de entrenamiento (2005). Y prosiguió en 2014 con El justiciero, también estrenada en Toronto y con una secuela en marcha. "Los siete magníficos es una buena historia y tiene un buen guion. Pero lo que más influyó para que me sumara al proyecto fue saber que Antoine lo iba a dirigir", explicó un lacónico Washington, cuyo personaje es el líder de un grupo de renegados, fugitivos y outsiders contratado por una viuda para evitar que un magnate minero se apodere de un pueblo entero (ver crítica). La novedad es la múltiple extracción étnica y racial de ese equipo.

"Debo reconocer -confiesa Fuqua- que este tema de la diversidad se convirtió en una especie de síntesis y bandera de la película. Pero la verdad es que nunca pensé en hacerla con esa idea en la cabeza. Mi punto de partida era otro. Cada vez que Denzel entra en una habitación, el mundo se detiene. Cada vez que Clint Eastwood entra en una habitación, el mundo se detiene. ¿Cuál es la razón? ¿El color de la piel? No lo creo. La explicación pasa por lo que transmiten sus personajes. Dejemos que el público lo decida y dé la respuesta", reconoce Fuqua.

Cuando se hizo la película original, en 1960 (inspirada a su vez en Los siete samuráis, clásico de Akira...

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