Otra vuelta de tuerca

Buenos Aires no es Buenos Aires, dice un automovilista atrapado en uno de los tantos embotellamientos cotidianos. No reconoce a su ciudad en ese atolladero de calles bloqueadas por piquetes que avanzan hacia la Plaza de Mayo. Un paisaje urbano que no es la Autopista del Sur imaginada por Julio Cortázar, pero tiene en común la desesperación de los detenidos en su rumbo que no pueden escapar de la encerrona, mientras el tiempo transcurre y la furia se alimenta de esa puesta en suspenso de sus vidas. Y también, la desesperación de los que testimonian sus carencias. Unos no pueden llegar a destino y otros no tienen otro destino que reclamar subsidios, ése es su trabajo y le deben obediencia a quienes los organizan para reclamar más y mejores subsidios. Son los que quedaron a la intemperie, no tienen la educación o calificación técnica para lograr el ingreso al mercado formal; un mercado demasiado pequeño para absorber la acrecida masa de desocupados que en su mayoría no han tenido trabajo formal. En el mercado informal que crece a una tasa mucho mayor que el formal, no pocos hacen cuentas y descubren que es más conveniente recibir planes. Son pobres porque no pueden salir de la pobreza y marchan aquiescentes con un orden que los condena a seguir siendo pobres.

Infelices todos, unos porque les impiden cumplir sus metas; otros porque sin educación ni empleo formal, no tienen otra meta que sobrevivir a costa de un Estado que confunde subsidios con salarios, y trabajo con dádivas. No hay otra imagen que mejor ilustre a esta sociedad partida entre los que pueden llegar a un destino, pero se lo impiden y los que no tienen otro destino que permanecer como están, conscientes de que son pobres porque no pueden dejar de serlo. Impotencia de unos y otros; furia de unos y otros, contenida, pero amenazante. Caos del tránsito, agitación en las calles.¿ Hasta cuándo, se preguntan muchos, seguirá este estado de zozobra, este deterioro interminable de la calidad de los bienes públicos?

Este es el paisaje social de una sociedad fragmentada entre los que no tienen y los que tienen ; todos amenazados por un futuro de despojo de lo mucho o de lo poco que tienen o de lo mucho o poco que pueda darles el Estado. Vivir en estado de incertidumbre con el futuro como pura amenaza caracteriza la vida de los argentinos y ahonda la angustia. Todos a la espera de que algo suceda, de que llegue una solución. Unos esperan que los planes se actualicen ante la inflación...

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