Volvió la grieta y golpea a la oposición

Horacio Rodríguez Larreta y Cristina Kirchner

Cristina Kirchner lo hizo de nuevo . Al menos, por ahora. Cuando cada vez menos argentinos querían verse enrolados en alguna orilla de la grieta, la vicepresidenta consiguió reponer la antinomia kirchnerismo-antikirchnerismo que divide a la Argentina y ordena la política nacional desde hace casi 20 años . La vicepresidenta encontró la oportunidad de volver a jugar el juego que mejor juega y que más le gusta. Y lo explota al máximo, mientras puede sostenerlo y sus fieles le responden.

El regreso de la polarización al centro de la agenda pública, que alcanzó su clímax con los episodios de violencia frente al domicilio vicepresidencial, constituye un hecho sobre cuyo calado y proyección se abren interrogantes profundos : ¿es la revitalización del fenómeno de la división o son los últimos estertores de un ciclo que se encamina inexorablemente hacia su final?

Las respuestas a esas dudas tienen relevancia mayúscula para las dos coaliciones (aún) dominantes. Pero la resolución no está en manos de sus dirigentes , sino de una ciudadanía que hasta hace una semana expresaba mayoritariamente y de distintas maneras su hartazgo frente a ese clivaje al que estaba sometida .

¿Un problema para los moderados? Las encuestas reflejan desde hace tiempo el hastío frente a la polarización y las demandas crecientes a la dirigencia para que alcance acuerdos que permitan salir de la larga agonía económica, política y social.

Pero el pedido de condena a Cristina Kirchner, su victimización y su liderazgo indiscutido sobre una militancia que la venera lograron, al menos momentáneamente, reponer la división, impactaron en el seno de la coalición opositora y entramparon al más consensualista de los cambiemitas .

A Horacio Rodríguez Larreta se le enredó la agenda como nunca antes y dentro de Juntos por el Cambio se aceleraron los pases de facturas , los intentos de aprovechar el conflicto para posicionarse y la preocupación por el efecto que tendrá la disputa en el electorado.

La toma de Recoleta (no de la Bastilla) por parte de la militancia cristicamporista fue uno de los brazos de la operación de pinzas que la vicepresidenta acusada lanzó en defensa propia y a modo de contraofensiva seudorrevolucionaria sobre el macrismo para obligarlo a jugar en su propio terreno.

La otra parte de ese operativo lanzado de apuro, por instinto y con suficientes recursos a mano fue la revelación de los chats que vinculaban con extrema...

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