Volver al frío de la posguerra

Cristina Kirchner amenazó con golpear donde duele. Si realmente decidiera revisar el tratado de 1999 sobre los vuelos a Malvinas, estaría ejerciendo el único poder de daño concreto que hoy tiene la diplomacia argentina sobre la administración británica de las islas. Nada preocupa más a los malvinenses que perder la conexión con el continente, vital para su modesta industria turística, pero sobre todo para el abastecimiento y el esparcimiento de una población bendecida por un ingreso per cápita que envidiarían en los países más ricos del mundo.Aquel acuerdo bilateral, firmado en el ocaso de la gestión de Carlos Menem, le dio estatus legal a un vuelo semanal desde Chile hasta Malvinas, por sobre el espacio aéreo argentino, y con opción de hacer escala en Río Gallegos una vez al mes. Estableció, a cambio, el permiso para que los argentinos pudieran viajar a las islas, algo prohibido desde la guerra.¿Estará dispuesta la Presidenta a denunciar el tratado y llevar la relación con Gran Bretaña a una precariedad casi de la posguerra? Todavía es apenas una amenaza, aunque con la formalidad de haber sido expresada ante las Naciones Unidas. No puso plazos. Pero lo que empezó ayer Cristina Kirchner da indicios de hacia dónde apunta la política sobre Malvinas cuando faltan seis meses para el 30° aniversario del desembarco militar argentino en las islas. En la Casa Rosada desde hace tiempo destacan que la Presidenta sueña con que durante su muy probable segundo mandato se descongele el diálogo por la soberanía. También es cierto que aferrarse a la retórica malvinera ha sido un recurso habitual ante complicaciones políticas internas.Hasta ahora la retórica siempre quedó en eso. En escribir "piratas for ever" en Twitter, como hizo la Presidenta hace un año para rechazar un ejercicio militar en las islas. En constantes apelaciones en foros diplomáticos. O en anunciar obstáculos a la exploración petrolera en el área de Malvinas, para cuyos habitantes el hallazgo de hidrocarburos es una utopía lejana y no por todos deseada. Cortar los vuelos es "ir en serio".¿Aceptará ahora Londres torcer 30 años de férrea negativa a negociar? La política del conservador David Cameron ha sido justamente otra: mostró cada vez que existió ocasión que no piensa modificar en nada esa lógica salvo que lo pidan los isleños.En este punto radica la clave de la amenaza presidencial: que sean los malvinenses los que se rindan y fuercen al Reino Unido a dialogar.Con la misma lógica, Menem construyó el...

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