'Vivo en un cuento': dejaron atrás todo lo conocido y se integraron a una comunidad que crece en la costa atlántica

Martín Di Marzio y Marcela Grébol, con sus hijos Rafael y Felicitas

CARILÓ.— Corría enero del año pasado cuando, con vacaciones planeadas de antemano, intentaban dejar atrás un 2020 de pandemia y pérdida de trabajo. Al sol, a orillas del mar, se miraron con su esposo y no recuerdan quién de los dos lo verbalizó, pero sí que la decisión fue en ese momento, espontánea y sin vuelta atrás: "Nos quedamos a vivir acá" , dijeron. Y cumplieron.

Marcela Grébol y Martín Di Marzio , con sus hijos Felicitas y Rafael, de 8 y 5 años, regresaron a la Capital solamente para volver con más valijas y avisarle al mayor, que tiene 21, que se iban a instalar en la costa . Alquilaron un departamento temporario y lanzaron la moneda al aire, confiados en que había una "vibra" positiva que los guiaba hacia un nuevo y mejor rumbo.

Ella se trajo con su computadora para la continuidad laboral con dictado de clases virtuales, mientras allá dejó en funcionamiento una academia de maquillaje que ahora administra a la sombra de estos bosques o, toda vez que se puede, con los pies descalzos sobre la arena.

Él, despedido de una multinacional , se respaldó en la indemnización para tener tiempo hasta definir de qué vivir. Pese a toda una trayectoria en relación de dependencia, con ojo de lince descubrió en la ola de construcciones una oportunidad para administrar obras y servicios a viviendas. "Hay mucho por hacer y lo que sea nuevo y bueno la rompe. Acá hay mucha actividad todo el año", asegura a LA NACION .

La decisión, cuentan, fue en busca de mejor calidad de vida . Marcela es marplatense y tenía atracción natural por el mar. Martín se entusiasmó por igual con el cambio. Lo primero que buscaron fue colegio y servicios médicos para sus hijos. Conformes, se decidieron a echar raíces que terminaron de prender cuando se mudaron a Cariló, donde encontraron una cabaña de madera que les alquilaron a tiempo completo.

Se estima que en el distrito de Pinamar se radicaron durante el último año y medio más de 2000 familias . La mayoría, a tiempo completo, y algunas que cambiaron la costumbre: viven aquí gran parte del tiempo y regresan un par de días a su lugar de origen, obligados por cuestiones laborales o familiares.

"Vivo en un cuento", reconoce ella, que no solo montó en su casa un estudio para dar clases presenciales de maquillaje. Todo marchó tan bien que junto a una amiga cosmiatra, que también se vino a vivir por aquí, están por inaugurar en Pinamar Espacio Sukha, un centro...

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