Vivir y morir en escena

La muerte de la soprano Florencia Fabris en Mendoza, víctima de la ruptura de un aneurisma cerebral, conmovió a todo el país no sólo por el talento y la juventud de la artista, sino por el hecho de que los primeros síntomas se manifestaron mientras ella cantaba el Requiem de Verdi frente al público. Fabris no dejó de cantar y sólo abandonó el escenario cuando la música se lo permitió. Ese comportamiento toca un aspecto muy profundo del destino humano y la creación.El vínculo trágico entre la belleza y el arte responde a una tradición que se tiende a considerar romántica, pero que se remonta a la antigüedad. La expresión "canto del cisne" (obra notable que precede inmediatamente a la desaparición del que la crea) se aplica de modo literal a la muerte de Fabris, del mismo modo que la coreografía La muerte del cisne, de Michel Fokine, interpretada por miles de bailarinas, es la versión bailada de una imagen semejante.Las historias en las que el momento de mayor esplendor de un artista coincide con su locura, su inmediata decadencia o su destrucción son numerosas, baste pensar en Vincent van Gogh, Vaslav Nijinsky, Jean Harlow, Judy Garland, Billy Holiday, Marilyn Monroe, Jim Morrison, River Phoenix? Las drogas que abren las puertas del ensueño y de una percepción superior donde el tiempo se desvanece a menudo tienen que ver con esos resultados.Parecería, por otra parte, que el público y sus ídolos tuvieran una misma fascinación y un mismo terror: que el artista llegue a su apogeo y, a la vez, desaparezca como un rayo que ilumina la noche y la desgarra. Esa obsesión está tan arraigada y los productores de cine son tan conscientes de ella que alteran datos históricos para satisfacer las fantasías de los espectadores en films biográficos. En la película Caruso , Mario Lanza, que interpretaba al célebre tenor, moría cantando en escena: algo totalmente falso. Por cierto, hubo casos reales en los que no hubiera sido necesario cambiar nada de lo ocurrido. Miriam Makeba tuvo un ataque cardíaco y murió pocos minutos después de cantar "Pata Pata" frente al público de Castel Volturno, en Italia.La secuencia triunfo y caída es frecuente en la trayectoria de innumerables artistas. La sed de absoluto y la necesidad de fundar un nuevo lenguaje que enloquecieron a Nijinsky también están en el jazz de Charlie Parker. Julio Cortázar retrató de modo notable a ese tipo de creador maldito en el cuento "El perseguidor". Nadie conquista territorios inexplorados sin correr el...

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