Vivir junto a la cárcel: problemas cotidianos que sufren en Villa Devoto

"Cuando publicamos una propiedad en Villa Devoto, la pregunta inmediata que nos hacen es a cuántas cuadras queda de la cárcel. Si está cerca, pierde un 30% de su valor." Las palabras pertenecen a Sergio Pezzuto, socio de la inmobiliaria que lleva su apellido, y sirven como ejemplo del estigma que marca en el barrio el único penal que funciona dentro la Capital. Un cartel de Pezzuto ofrece por estos días un local en alquiler en la esquina de Bermúdez y Nazarre, en la vereda de enfrente al acceso principal de la prisión.

Allí, a las 13.30 de un miércoles de junio, decenas de mujeres hacen fila para ingresar en la cárcel a visitar al familiar que aguarda tras las rejas. A sus pies, asoma un tendal de papelitos y migas, evidentes restos de alimentos que consumieron probablemente para hacer más llevadera la espera. Junto al cordón, yace un pañal usado.

"Cuando entran al penal les hacen dejar todo, entonces queda un tendal de basura en la calle, es un asco", reclama Laura Fernández, vecina de Pedro Lozano al 1900, a metros del predio. El jefe de la comuna 11, Carlos Guzzini, le explica que ya solicitó al gobierno poteño que coloque un contenedor en la cuadra.

funciona desde 1927 en la manzana delimitada por Lozano, Bermúdez, Nogoyá y Desaguadero, sobre terrenos pertenecientes al Estado nacional. Según datos de la Procuración Penitenciaria de la Nación, aloja a 1705 internos en la actualidad; otros seis permanecen en hospitales extramuros. La depreciación de las propiedades del entorno y la basura acumulada en el perímetro son apenas dos de los perjuicios que sufren los habitantes por vivir junto a la cárcel.

La presencia de roedores en la calle, el ruido de recitales realizados para los presos a la hora de la siesta, dificultades para estacionar por el movimiento de autos que van hacia el penal, el intercambio de droga sobre los muros y la sensación de inseguridad por ser vigilados a través de las ventanas desde los pabellones completan los trastornos más mencionados.

En efecto, sobre las calles Desaguadero y Nogoyá varias casas ostentan sus ventanas selladas, con cemento u otros materiales. "No están vacías. Acá nadie vende, porque no hay compradores. Los moradores eligen protegerse y solamente tienen ventanas que dan hacia patios internos. Uno tiene miedo de que le monitoreen los movimientos", detalla Manolo Fandiño, de 70 años, que reside sobre el pasaje Ukrania.

" vino en campaña Cristina Kirchner y anunció la mudanza de los internos a una...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR