Vivir del cartón entre las urgencias y el avance narco

Al costado del Acceso Sudeste, a la altura de Don Bosco, hay una lengua de asfalto en una bajada muy pronunciada. Lleva desde esa vía rápida a "la cava", la zona más baja de la villa Itatí. Es el lugar donde se erige un galpón reconstruido tras un incendio, un espacio en el que trabaja organizadamente un grupo de cartoneros del asentamiento. Son una maquinaria de reciclado y acopio en medio de las necesidades extremas que se viven en esta villa del distrito de Quilmes.

"La cava" también es el lugar donde, hace pocos meses, dos sicarios mataron a dos chicas en una vivienda muy cercana a "la laguna", una superficie de agua recubierta de verdín a la vera de la cual se levantan viviendas muy precarias. Allí juegan niños entre restos de basura, caballos que mastican algo de pasto y gallinas que picotean la tierra.

La Cooperativa de Cartoneros de Villa Itatí, que nació como consecuencia de la crisis económica de 2000, es una alternativa laboral para los carreros del asentamiento quilmeño. Pero ya excede ese rol y se amplió hacia lo educativo y la contención social. Están en un galpón reconstruido tras un incendio sufrido hace dos años, un lugar que siguen rearmando, repleto de cartón y plástico y con movimiento permanente. Trabajan unas cien personas en este pulmón de aire fresco en el ambiente viciado de la villa, que también ofrece ayuda escolar y contención para unos 150 chicos. La religiosa coreana Cecilia Lee es la referente mayor de esta cooperativa cartonera de Itatí, una villa considerada la más grande del conurbano, acechada por los narcos y los problemas de salud, dos factores que resaltan sus habitantes cuando identifican los principales problemas que los afectan.

Lee tiene 62 años, es de Corea del Sur y llegó a la Argentina en 1976. Esta hermana franciscana misionera de María vivió entre 1982 y 2000 en la Patagonia, tiempo que dividió entre Trelew y las comunidades mapuches. "Las Hermanas Franciscanas Misioneras de María vivimos en Itatí como comunidad desde el 87. La mayoría de los vecinos son cartoneros. Llegué en 2000, con una crisis muy fuerte, muchos vecinos con gran dificultad para sustentarse, para comer, porque los cartoneros viven día a día. Hicimos asambleas de las familias de cartoneros durante siete u ocho meses, semanalmente, unas 70 u 80 familias, y ahí surgió la idea de organizarse. Empezamos a hacer ollas populares y, después, el sistema de trueque. Pero con el trueque no se solucionan los problemas, entonces empezamos a acopiar juntos para después vender y así comprar aquellas cosas que no se podían conseguir en el...

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