'¡Viva la pepa!': cuando el psicoanálisis argentino descubrió el LSD

La historia del desembarco del ácido lisérgico o LSD como "terapia" en la Argentina

La primera valija de ampollas con ácido lisérgico que llegó a la Argentina terminó en un tacho de basura. Estaba adentro de una caja de cartón. En uno de los ángulos superiores tenía una estampilla con el dibujo del Puerto del Rin en Basilea. El remitente decía: Calle Quintana 202, esquina Montevideo, Capital Federal, Argentina, Laboratorio Tarazi-Alberto Tallaferro.

El médico y psicoanalista argentino Alberto Tallaferro había hecho el pedido a Sandoz por medio del laboratorio de su amigo Tarazi. Cuando recibió la caja, la abrió de inmediato. Adentro había una valija pequeña, como las que usan los pintores para guardar pinceles y acuarelas. Con cuidado volvió a cerrar las tapas de la caja de cartón y la apoyó en la mesa de luz de la habitación matrimonial. Luego, sobre la cama que había tendido Rosa, la mucama paraguaya que, según Tallaferro, parecía haber salido de una obra de Gauguin, dejó una camisa blanca y una corbata negra con franjas rojas, y entró a bañarse.

"¡Viva la Pepa!", de Fernando Krapp y Damian Huergo (Ariel / Notapuan; $11.900)

Nadie sabe qué pensó Tallaferro mientras el agua le caía por la cara y le mojaba el pelo negro. Quizás tuvo la sensación extraña, sospechosa, paranoica, de ver realizarse de un modo sencillo una situación que a priori parece compleja. Quizás respiró hondo para calmar la ansiedad y no alterar el protocolo de investigación que había firmado para que le enviaran la remesa. Quizás sintió que en sus manos, a pocos metros, tenía la llave de otros mundos. O quizás, cuando cerró el agua caliente y dejó caer sobre su espalda un chorro de agua fría, helada, se preguntó por qué se empeñaba en experimentar con técnicas nuevas.

El ácido lisérgico extraído del cornezuelo de centeno era una sustancia de fácil descomposición. El problema surgía cuando se mezclaba con restos alcalinos. Hofmann rebotó en las paredes blancas del laboratorio hasta encontrar una solución. Con la premisa de que la ciencia se construye sobre capas geológicas de conocimiento, tomó la Transposición de Curtius, un método que le permitió combinar el ácido lisérgico con restos básicos y así crear una gran cantidad de compuestos sintéticos.

Hofmann , con su equipo, buscaba aislar los principios activos del hongo para poder aplicar la dosis exacta en el útero de la mujer ante dificultades durante y con posterioridad al parto. Al primer alcaloide que produjeron lo llamaron Methergin, y aún hoy se continúa usando en clínicas y hospitales. Fue la primera síntesis del laboratorio conducido por Hofmann. La segunda síntesis que sigue vigente en la actualidad es la dietilamida, la número 25 en la serie de estos derivados sintéticos del ácido lisérgico. En la jerga del laboratorio, Hofmann la bautizó LSD-25.

El descubrimiento fue involuntario, como la aparición de una isla con vegetación rosa, verde, naranja y celeste que surge en el medio del océano sin figurar una sola coordenada en el mapa. Un año antes del estallido de la Segunda Guerra, en...

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