Vistas detrás de un vidrio claro

Hace unos días inauguró en la galería de Jorge Mara una muestra con obras recientes del artista Juan Lecuona. Se llama Iridiscencias y es claro que el color lo es casi todo en estos trabajos, la mayoría de gran tamaño en óleo sobre papel. Ese "casi", sin embargo, dejaba para mí abierta una cuestión. Velados por la irisación, aparecen bloques un poco imprecisos, contornos rectilíneos de aspecto urbano. En el vernissage, le hice notar a Lecuona que me hacían acordar a algunas de las obras que había expuesto hacia 2008 en el Centro Cultural Recoleta, aunque, creo recordar, en ese caso eran sobre todo óleos sobre tela. Me contestó: "Lo que pasa es que eso es lo que veo desde la ventana de mi taller en San Pablo, edificios, humo".

La explicación de Lecuona me hizo acordar a Ricardo Piglia. Cuando publicó Nombre falso, Piglia incluyó una nota preliminar en la que decía lo siguiente sobre el origen de los textos que lo integraban: "Escribí los relatos de este libro (salvo uno) en 1975. En aquel tiempo vivía en un departamento de la calle Sarmiento, frente al viejo mercado de Montevideo, y cuando pienso en estos cuentos me acuerdo de una ventana que daba a un patio. Supongo que el hecho de haberlos escrito mirando cada tanto la luz de esa ventana les da para mí cierta unidad: como si las historias hubieran estado ahí, del otro lado del vidrio".

Las experiencias son diferentes y parecidas por partes iguales, y en todo caso la diferencia proviene de la desemejanza de los materiales con los que trabajan y del hecho de que una de las artes (la pintura) exista en el espacio y la otra (la literatura) en el tiempo. Lecuona pinta, por decirlo así, del natural, aunque eso natural quede abstraído y no termine de verse como tal. Piglia podría haber acertado con una anécdota en un golpe de vista por la ventana (no es lo que pasa con ninguno de esos relatos), pero después tendría que haber devanado (inventado) el resto, y en eso, nada mimético, consiste realmente "escribir". Pero por otro lado hay en cada uno de estos dos casos una pura expresión que no procede de lo visto, sino de la repetición misma del acto de ver siempre lo mismo, por más que eso "mismo" cambie de manera imperceptible.

Aun cuando se escriba, como en mi caso, "sin vista", hay una repetición que es la del propio espacio de trabajo: los elementos de...

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