La visión económica de Francisco, bajo la lupa de expertos

Las críticas del Papa al sistema económico son bien conocidas. Desde su llegada al Vaticano, Francisco ha cuestionado en incontables audiencias, homilías y entrevistas la "globalización de la indiferencia" y la "cultura del descarte", entre otras plagas modernas, además de reclamar por todo lo alto que el capital "no mande sobre los hombres, sino los hombres sobre el capital".

Pero detrás de esas consignas generales, de fuerte intención humanista, su exacto significado ha sido objeto de debate. Se escribieron libros enteros tratando de explicar lo que realmente sabe, quiere y propone Francisco sobre lo que debe ser la función exacta y la marcha correcta de la economía global.

La duda se centra en qué alternativas ofrece a eso que tanto cuestiona. Luchar contra los males de la pobreza, la desigualdad y la exclusión, de acuerdo. ¿Pero cómo hacerlo? ¿Sobre qué base? ¿Con qué herramientas? Según sus críticos, como es bien sabido, su receta de recambio no sería otra que el populismo: un dirigismo con aires de redistribución.

"Me parece que cuando toca temas económicos tiende a usar una retórica populista, lo que también refleja que no parece saber mucho sobre cómo funciona la economía. No estoy seguro de que entienda cómo funcionan los mercados", dijo a LA NACION el norteamericano Samuel Gregg, un politólogo a la vez católico y liberal, durante una visita a Buenos Aires para debatir sobre la visión económica y ambiental del Papa.

Gregg, director de investigaciones del Acton Institute -que promueve la libertad política y económica en el marco de una ética cristiana-, comparte los objetivos de Francisco en cuanto al bien común como un ideal. Pero no a costa de librarse del libre mercado, que sería poco menos que matar la gallina de los huevos de oro, como sucedió bajo los regímenes comunistas.

"No discuto los objetivos del Papa. Yo también quiero sacar a los pobres de la pobreza. Pero creo que algunos de los medios que recomienda generalmente no funcionan. Así lo experimentaron en América latina, África y gran parte del mundo. Ahora bien, hay problemas como el materialismo y el consumismo que los mercados no pueden arreglar, porque no son problemas económicos, sino culturales y espirituales. Ahí es donde creo que la Iglesia tiene mucho que decir", señaló.

Incluso los devotos de Francisco deben admitir que sus conocimientos sobre la ciencia de la escasez son más bien escasos. Como el economista italiano Stefano Zamagni, profesor de la Universidad...

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