La violencia y sus cómplices

Una controversia fugaz entre el secretario de Seguridad y el jefe de Gabinete sobre los gravísimos hechos producidos en el estadio de Boca en ocasión de su enfrentamiento con River refleja el tipo de sensibilidad imperante en el Gobierno sobre el orden público. Sergio Berni propuso, sin mayores reflexiones, nada menos que intervenir la Asociación del Fútbol Argentino (AFA). Aníbal Fernández contestó que no cabía esa intervención, pues, a raíz de normas estipuladas por la Federación Internacional de Fútbol (FIFA), la Argentina quedaría eliminada del próximo Mundial.

Pero el tema central de la Argentina de hoy, despavorida por el grado de inseguridad en que se vive, no es si la intervención a una entidad puede dejar al país fuera de un torneo, sino si esa intervención sería justa e indispensable.

Hay más elementos para caracterizar a esa controversia, cuando menos, como excéntrica. La intervención a una asociación civil, como es la AFA, es de resorte del Poder Judicial. Ahora bien, el Gobierno podría denunciarla como propiciatoria del escándalo ocurrido en Boca Juniors. ¿Cómo hacerlo, sin embargo, si no pocos de sus elementos están imbricados con lo peor del fútbol argentino? ¿Cómo llevar adelante, aunque lo autorizara la ley, una medida de aquella naturaleza con algún grado de verosimilitud respecto de la honestidad de sus objetivos, cuando este mismo gobierno configuró una representación de barras bravas para que saliera al exterior como embajada del espíritu deportivo que priva en el país?

No asombra en absoluto tanta temeridad por parte de la administración kirchnerista. Tiene preparada a la opinión pública para esa índole de experimentaciones, como la de llevar a actos públicos oficiales a presos por delitos comunes. No existen motivos, entretanto, para justificar el comportamiento de las autoridades del fútbol argentino: todo lo contrario, conviven con mafias a las que se atiende con dinero y prebendas como el reparto gratuito de entradas a los partidos.

En tal cuadro de complicidades múltiples, el episodio que protagonizaron Adrián "el Panadero" Napolitano y la decena de sujetos que lo acompañaba constituye, más que nada, una expresión inevitable del estado de cosas al que están habituados los concurrentes a estadios de fútbol. Napolitano y sus cómplices produjeron lesiones leves en algunos jugadores del conjunto visitante. Están en libertad porque la figura en principio aplicable está contemplada con pena de un mes a un año de...

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