Un vínculo que pareció indestructible

Néstor Ulloa, uno de los involucrados en el caso Skanska, funcionario que fue sobreseído en 2011 y que podría volver a la escena pública si la causa volviera a abrirse, hizo en su momento un exhaustivo entrenamiento para desenvolverse ante los medios. Nada nuevo, considerando que el entonces jefe de Nación Fideicomisos era protagonista del primer escándalo de corrupción del kirchnerismo. Lo innovador fue la empresa que, según recuerdan sus coaches, pagó la factura de esos servicios: Odebrecht, una de las contratistas allanadas durante aquella investigación por presunto pago de coimas.

Sobraban vínculos entre el kirchnerismo y la empresa que, anteayer, volvió a perturbar al mundo de la obra pública al conocerse que admitió en la SEC haber pagado US$ 35 millones entre 2007 y 2014. El episodio trajo a la conversación a Julio De Vido, que se anticipó con un tuit sin haber sido siquiera nombrado en esos documentos. "Desde ya que niego rotundamente haber recibido sobornos de esta empresa ni de ninguna otra", escribió.

El apuro del ex ministro sólo se justifica en la relación que él y su entorno tuvieron con la compañía brasileña. Durante años, Odebrecht fue aquí un gigante intocable que se movía entre sus pares con un mandato tácito, que era su llegada al poder. En esta faena trabajaron lobbistas profesionales como Martín "Pica" Benedittini, implacable gestor del establishment, pero también un advenedizo...

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