Tenía una vida nómade, no creía en mezclar romance y trabajo, pero quebrar su regla la llevó a crear un clásico en Zona Norte

Crearon un pedacito de Francia en Argentina.

En su rincón de San Antonio de Areco, Verónica solía pasar largas horas experimentando con sabores. Aún era muy niña, pero su pasión por la cocina opacaba cualquier otra actividad de una infancia tranquila en el marco de una familia común, sin grandes recursos, aunque sin carencias.

Los años pasaron, la imaginación crecía, así como las ganas de crear nuevas recetas y descubrir otras formas de vivenciar el mundo de la cocina. El pueblo, de pronto, había quedado chico y, con apenas 17 años, decidió partir para estudiar gastronomía y explorar un universo colmado de paladares y posibilidades.

La ciudad de Buenos Aires fue su primer destino y a partir de entonces la vida tranquila y pausada de su comunidad dio paso a una aventura intensa. A los 19 años, ya recibida de chef, Verónica se dispuso a cruzar nuevos límites geográficos: "Era muy chica y me mandé a la vida, sin contactos, sin base más que mis ganas".

Una vida en movimiento y un amor inesperado: "No me parecía buena idea mezclar trabajo con romance"

Aún se hallaba en la franja de los años adolescentes, cuando Verónica emprendió su odisea. Primero comenzó con las pasantías y luego con los trabajos de temporada, tanto en la Argentina como en el exterior. La Patagonia, Estados Unidos, Europa le abrieron las puertas. Había abrazado una vida nómade, dispuesta a aprender lo necesario para luego seguir viaje: "Me quedaba un tiempo en cada lugar, a veces llegaba al año, hasta que me aburría y seguía mi camino" , revela.

Para cuando cumplió los 23, ya se había desempeñado en restaurantes con los más variados estilos y en cadenas, como Sofitel. El movimiento en su vida seguía siendo lo único permanente y así, con aquel espíritu, llegó a un pequeño bistró porteño comandado por un francés, Cyrille.

Y allí, en aquel ambiente ameno, Charly, un joven cocinero de 29 años, apareció en escena para cambiar el curso de su historia. De inmediato, notó que él la observaba con una mirada especial y el coqueteo no tardó en llegar: "No me parecía buena idea mezclar trabajo con romance, por lo que primero no me presté al juego. La atracción, sin embargo, fue inevitable, entonces decidí renunciar, lo que permitió dar paso al amor", cuenta sonriente. "Fue muy rápido todo. Empezamos a salir y la connivencia fue casi inmediata".

Charly finalmente la conquistó.

Casi de un momento a otro, Verónica halló un puerto seguro que le permitió iniciar una nueva etapa de su vida.

Una...

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