Por qué la victoria de Macron tiene trascendencia universal

La noche de su gran triunfo electoral, Emmanuel Macron apareció el pasado domingo junto a su esposa, Brigitte Trogneux, ambos rodeados por un grupo de niños y adolescentes que los escoltaron, entre las notas del himno de Europa y bajo el reflejo de la Tour Eiffel, hasta el podio en el que pronunció el sobrio y conciso discurso de la victoria. Tanto sus palabras como el simbolismo de la escenografía apuntaron a los desafíos que hoy tienen por delante Francia y Europa, a la necesidad de superar la división entre los ciudadanos, a la obligación de responder con instituciones más eficaces y más cercanas a la frustración que almacenan muchas personas por la deficitaria atención a sus preocupaciones.

Tanto Macron como la Unión Europea son vistos por millones de franceses como entes lejanos y elitistas que desconocen el sufrimiento de los hombres y mujeres comunes y no gobiernan en defensa de sus intereses. Es entre esos millones de votantes entre los que se cuela el mensaje de Marine Le Pen, quien, como todos los populistas en cualquier parte del mundo, explota la rabia justificable de quienes sufren los efectos de la desigualdad para promover su mensaje de odio y de soluciones quiméricas. Macron consiguió, pese a todo, reponerse a esa frustración y obtener una victoria holgada, contundente, cuya trascendencia, pese a que el simbolismo de la noche electoral quedara reducido a Francia y Europa, trasciende a esa región y puede tener impacto en lugares muy alejados, incluida América Latina.

En primer lugar, hay que considerar lo que hubiera significado una victoria de Le Pen . El triunfo de la candidata del Frente Nacional hubiera provocado una crisis existencial en la Unión Europea. Aunque, tras la experiencia del Brexit, no aboga por la salida de Francia, el escepticismo de Le Pen respecto al supragobierno europeo y su rechazo a las principales señas de identidad de la Unión, condenarían sin duda a Europa a un debate muy peligroso sobre su misión y su futuro. Una victoria de Le Pen hubiera espoleado a la extrema derecha en todos los países y, de rebote, a todos los extremistas de cualquier signo. Amiga, cliente y admiradora de Putin durante muchos años, el éxito de Le Pen hubiera equivalido también a un triunfo del líder ruso en el momento de su vida en que más los necesita.

Pero hay más. Desde hace unos años a esta parte, en cada nación ha crecido un Le Pen . Cada lector en cualquier parte del continente americano o en otros lugares será capaz de...

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