Victoria Elizalde, una argentina en Spotify

De visita en la isla de Gotland. "Lo que más me gusta de vivir acá es la relación entre el trabajo y el tiempo libre"

Cuatro años y medio atrás, Victoria recibió un mensaje de esos que te cambian la vida. Literalmente. Una reclutadora de Spotify le proponía enrolarse en el proceso de selección para entrar a trabajar en la compañía. La sede de la compañía es en Suecia, aclaremos; Estocolmo, para más datos.

Victoria todavía no había cumplido 30 años y trabajaba en Etermax , la empresa argentina que en ese momento era noticia porque uno de sus juegos ( Preguntados ) se había convertido en el más vendido del AppStore de Apple. Venía de trabajar en Arsat , había escrito su tesis en la facultad de Exactas de la UBA bajo la dirección de Hugo Scolnik -uno de los hombres más relevantes de la informática argentina-, y ahora desarrollaba software (su especialidad) en una compañía en ascenso. Su vida estaba, por así decirlo, en orden. Entonces cayó la bomba Spotify.

¿Por qué se ponían en contacto con ella? En realidad, no hay una sola explicación y parece más bien que una constelación de factores contribuyó a que la más exitosa plataforma de música por streaming del mundo la buscara en la lejana Buenos Aires . "Mi mamá era arquitecta y mi papá ahora está jubilado, es veterano de Malvinas, y antes trabaja como empleado administrativo. Vivíamos en Vicente López, cuando yo era chica, aunque mi escuela y mis amigos estaban en Belgrano. Siempre me gustaron las computadoras, y cuando mi viejo vio eso me regaló unos libros de programación. Yo tenía 12 años", me dice, cuando le pregunto por sus orígenes. A partir de ahí la conversación se irá por muchas ramas, hasta completar la historia de Victoria, su novio Juan, y Atilio, que todavía hoy no se acostumbra a los inviernos suecos.

-¿Te acordás de cuáles eran los libros que te regaló tu papá?

-Sí, claro. Aprendiendo a programar en 24 horas y el de Visual Basic, de la misma colección. Nada muy académico (risas). Ahora recuerdo cosas que decían ahí que ya no rigen, pero estuvo muy bien para empezar.

-¿Por ejemplo, qué cosas ya no rigen?

-Nunca pensé que iba a ver algoritmos tan buenos para distinguir la imagen de un gato de un perro o para traducir textos del nivel que hay hoy. De hecho, yo quería que la computadora me resolviera la tarea de latín, en ese momento, y el libro un poco me desanimó.

-Te llevabas mal con el latín.

-Sí, lo detestaba (risas). Me habían dicho que si eras bueno en matemática, ibas a ser bueno en latín, pero eso nunca pasó. Lo mío son las lenguas vivas nada más.

-A los 12 años descubriste tu vocación.

-Sí, programar me gustaba mucho, y mi papá me explicó que podía vivir de eso (y bien). Así que cuando llegó la época de elegir qué estudiar, yo ya sabía que quería algo de programación. Tenía conocidos de Exactas y mi papá, que había sido marino mercante y por eso estuvo en Malvinas, me había hablado mucho de la facultad. Y antes, cuando tenía 16, vinieron de la UBA y nos dieron folletos con los planes de estudios de las distintas carreras. Yo leí el de computación y me gustó el plan de Exactas, porque tenía más horas de algoritmos y menos de física y química, que no me...

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