Un vibrante y divertido manifiesto

Vivan las feas / Autora, directora e iluminadora: Mariela Asensio / Intérpretes: Ana María Castel, Melina Milone, Josefina Pittelli, Paola Luttini y Mariela Asensio / Escenografía y vestuario: Creación colectiva / Sala: La Comedia, Rodríguez Peña 1062 / Funciones: lunes, a las 21 / Duración: 50 minutos.

Nuestra opinión: muy buena.

Tres personajes femeninos de distintas generaciones en busca de una directora que no cesa de pedalear -en silencio, con anteojos negros sobre una bicicleta fija; una asistente cargante que ofrece tragos y bocadillos para mantener la línea; un maniquí blanco tamaño natural que tiene pegado el rostro de Ricardo Arjona (devenido villano cursi, el hombre que en realidad odiaba a las mujeres); al fondo, a la derecha, una mesita con coloridos brebajes.

Voilà todo lo que necesita Mariela Asensio para poner en marcha su irresistible proclama a favor de la deconstrucción del patrón de belleza exigido a las mujeres en pleno siglo XXI, cuando se han conquistado ciertos derechos y una creciente autonomía. El nuevo corsé estaría ahora representado por la presión de tener que acatar determinados cánones que remiten a las imágenes de esos cuerpos perfectos típicos de las modelos que saturan la tevé, los medios gráficos, los afiches publicitarios en la vía pública.

Asensio se rebela sin ambages contra esta suerte de condena homogeneizadora que da pocas chances de elegir libremente el aspecto a cualquier edad, que engendra inseguridad y frustración en las mujeres, marginando a las que desisten de cumplir esas rígidas normas estéticas. La dramaturga y directora adhiere plenamente al discurso restallante que la escritora y cineasta francesa Virginie Despentes desarrolla en su ensayo Teoría King Kong. A tal punto coincide que cerca del final de este espectáculo de rasgos performáticos, recurre directamente a un intertexto de ese libro en boca de Milena, el personaje más insurrecto.

Asensio juega con la identidad de las intérpretes en escena, usa sus nombres verdaderos, y a la vez crea para ellas roles despegados de sus respectivas personalidades e historias. Para empezar, ella misma pone el cuerpo y pedalea durante casi una hora, mientras que Melina revela al arrancar que la obra fue escrita en condiciones deplorables. Ana María es un ama de casa...

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