Los viajes de una actriz que no para de correr sus límites

Sentada a la mesa de un bar, a metros de la calle Corrientes, Silvia Kutika reflexiona sobre la actuación y las artes del oficio. Aunque no sólo como actriz, sino también en su faceta menos conocida, como artista plástica. Con 35 años de carrera y un sinfín de personajes en su haber, la actriz acaba de estrenar Viaje de placer , pieza teatral de Víctor Winer, dirigida por Tina Serrano, en la que juega el rol de una mujer seductora, aunque no menos caprichosa, a la que le gusta llamar la atención y no le importa nada de los demás."Las personas somos un conjunto de sensaciones y de emociones. No somos buenos o malos. Y la actuación permite indagar desde qué lugar uno puede sacar aquello que requiere el personaje. No me pongo a juzgar si eso está bien o mal. Lo tengo, lo saco, lo muestro y encima me divierto", dispara Kutika.La obra cuenta la historia de un matrimonio que decide embarcarse en un viaje para festejar su décimo aniversario. Sin embargo, el intento está a punto de naufragar a poco de zarpar. Es que, según Winer, "en materia de afectos, la calma es la peor de las tempestades..."."Apenas empieza el viaje, ella le propone separarse. Pero contrariamente a lo que esperaba, le dicen que sí. A partir de ahí se arma un «cuadrado amoroso» que termina en un verdadero delirio", resume Kutika la historia de esta comedia en dos actos que interpreta junto con Gonzalo Suárez, Claudio Rizzi, María Viau y Juan Cané, en El Cubo.Kutika transitó su infancia y adolescencia en un colegio de monjas de Don Bosco. Hacia mediados de los 70 ganó el concurso Miss Siete Días, y enseguida llegó a la televisión y el cine. "Cuando trabajé en Sentimental , Sergio Renán me dijo que tenía condiciones, pero que me faltaba vivir. Yo tenía 21 años, había salido de una escuela de monjas y era una chica muy sobreprotegida. Me faltaba la experiencia de andar por la calle, de la vida. En ese momento, no lo entendí, pero ahora se lo agradezco", asegura.Desde entonces...