Un viaje a Roma que acentuó las diferencias

La llamativa formalidad del encuentro entre el papa Francisco y Mauricio Macri ha constituido un hecho político cuyas consecuencias son difíciles de predecir. El estilo de esa entrevista tiene un significado más allá de sus detalles anecdóticos: para el nuevo oficialismo, la figura de Jorge Bergoglio debería ocupar, en la ecuación general de la política, un lugar distinto al que le había asignado el kirchnerismo.

Como consecuencia de esa mutación han comenzado a insinuarse, desde anteayer, algunas contradicciones tanto en el Gobierno como en la conducción de la Iglesia argentina. Difícil predecir su evolución.

No es una novedad que entre el Papa y Macri existen diferencias ideológicas y políticas marcadas. Marcos Peña intentó disimularlas ayer al afirmar que "Francisco no es kirchnerista ni es de Cambiemos". Y es verdad. Pero cualquiera que siga la palabras del Pontífice, o examine sus relaciones en la esfera socioeconómica, advertirá que ese universo conceptual y personal está mucho más cerca del kirchnerismo que de Pro.

Más todavía: quienes lo conocen desde hace décadas observan que Bergoglio ya no se referencia en el peronismo clásico, en cuyo centro están los sindicatos, que son parte del sistema. En los últimos años se ha acercado a movimientos sociales más rupturistas y hasta ha promovido una red, a la que pertenece la Tupac Amaru, de Milagro Sala, pero también la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, el Movimiento de Trabajadores Excluidos, el Movimiento Evita, el Movimiento Popular Patria Grande, el Movimiento Nacional Campesino Indígena, la Unión de Trabajadores de la Tierra, el Movimiento Popular La Dignidad, la Organización Social y Política Los Pibes, entre otras organizaciones. La imagen que Bergoglio se forma de la vida pública argentina es en gran medida por el contacto con los dirigentes de esas agrupaciones.

La evaluación que hacen en Roma de la prisión de Milagro Sala está condicionada por este entramado. El caso Sala va adquiriendo escala internacional. El CELS, que dirige Horacio Verbitsky -antiguo verdugo del Papa a quien Cristina Kirchner logró aquietar-, reclamó una medida cautelar de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. El fiscal de Estado de Jujuy contestará en las próximas horas, justificando la detención.

La última vez que Francisco estuvo con los dirigentes de su red de organizaciones sociales fue en el Encuentro de los Movimientos Populares con el Papa, celebrado en julio pasado...

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