El viaje del Papa por Asia

El reciente viaje apostólico de Francisco por Sri Lanka y Filipinas ha sido otro testimonio inequívoco de un papa comprometido fuertemente con el respeto por las otras religiones y el valor del diálogo interreligioso, y la significación de la libertad de expresión como parte y derecho de la condición humana.

Este espíritu ecuménico es el que, una vez más, ha regido su séptima salida del Vaticano en casi dos años de papado y su segundo viaje al continente asiático. Consciente de la gran importancia que adquiere, a la luz de los desgraciados acontecimientos de París, la relación con los creyentes del islam, Francisco ha subrayado el hecho de que están presentes en muchos países de tradición cristiana en donde celebran libremente su culto y viven integrados a la sociedad, y reclamó igualdad de posibilidades para aquellos cristianos que viven en países con tradiciones religiosas distintas.

En su paso por Colombo, capital de Sri Lanka, con una población de 20 millones de habitantes, una fortísima presencia de budistas y una modesta representación católica (sólo el 3 por ciento de la población), cuya historia muestra prolongadas disputas étnicas, acciones terroristas e infinitas luchas intestinas, con un alto saldo de muertes de inocentes, Su Santidad exaltó con vehemencia la fortaleza de los principios de la libertad religiosa, así como los de la libertad de expresión, como esenciales a la condición humana. Pero también afirmó -y aclaró este concepto varias veces después- que la libertad de expresión debe tener en cuenta la realidad humana y por eso debe ser prudente -la prudencia, dijo, "es una virtud de la convivencia humana"-, que existe la necesidad de reconocer un límite y, por polémico que pudiera haber resultado este criterio, señaló la necesidad de encontrar también un marco...