El viaje, metáfora y realidad para la imaginación de los artistas visuales

Desde el principio, los viajes estuvieron motivados por la imaginación. Imágenes remotas o desconocidas de bienestar, placer, amparo y saber impulsaron el deseo de aventura asociado al desplazamiento. Como señaló el filósofo y novelista George Santayana, en todo viaje subyace una filosofía. "En el viajar, como en el hacer, el interés puede anular la incomodidad de encontrarse en un ambiente extraño; la soledad y la libertad del mundo abierto pueden resultar más estimulantes que heladoras", escribió en su estilo olímpico. Los viajes conllevan también una poética.Para los artistas, los viajes son instancias de descubrimiento guiadas por el impulso de crear. "Esta maldita vocación tan fuerte que es imposible torcer, esconder, matar; pide, exige, demanda siempre y me lleva para donde quiere", anotó durante su estada en Francia. En Tres inviernos en París, se puede observar el modo en que el viaje transformó su visión artística.Antes que ella, desde el inicio del siglo XX, artistas argentinos recorrieron el mundo para impregnarse de novedades, completar su formación e incluso con el propósito de derribar mitos. Emilio Pettoruti, , el llamado Grupo de París (Horacio Butler, Lino Enea Spilimbergo, , Juan del Prete, Raquel Forner), Alberto Greco, y Horacio Coppola, entre otros, viajaron por amor al arte."Nuestros artistas culminan su formación con un viaje artístico europeo -cuenta la investigadora Graciela Sarti, doctora en Historia y Teoría de las Artes por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires-. Primero fueron a Italia; luego, a París. Allí se aprenden las novedades de la modernidad, se toma contacto con las vanguardias y sus derivas. Esto sufre luego modificaciones y se presentan otros viajes vinculados al arte: el centro se desplaza hacia Nueva York, pero también se producen viajes en busca de las raíces".Los artistas se nutren de los viajes. "Lo han hecho siempre y lo seguirán haciendo -sostiene Sarti-. La experiencia de descentramiento que produce un auténtico viaje es enriquecedora: salirse de la cotidianidad, confrontarse con lo diverso y volver enriquecidos".En los últimos años, a esa estirpe viajera que se mueve de un lugar a otro motivada por el deseo de realizar de modo pleno su "maldita vocación", se suman experiencias de viajes menos afortunadas, como la de los exilios forzosos y las migraciones. Es el caso de León Ferrari, Carlos Alonso, Leopoldo Presas, y tantos otros. Esas derivas cambiaron sus modos...

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