Viaje a la Argentina real

Quien gane en las elecciones presidenciales del 23 de octubre deberá gobernar un país cuya sociedad presenta hoy una fragmentación de carácter estructural.

Probablemente sea este fenómeno, entre tantos otros, aquel que más condicione las decisiones políticas y económicas, tanto del gobierno nacional como de los gobiernos provinciales y municipales. Y, por lo tanto, un factor clave por considerar en la mirada estratégica de los múltiples líderes que interactúan con ellos en la gestión diaria de la Argentina. No es lo mismo pensar al país bajo nuestra histórica condición de una sociedad de clase media razonablemente homogénea que bajo la impronta de una fragmentación social que se consolidó en las últimas dos décadas.

El coeficiente de Gini, unidad de medida que se utiliza globalmente para medir la equidad en la distribución del ingreso (donde el valor 1 expresa "máxima inequidad" y el valor 0 "máxima equidad"), prácticamente no ha cambiado entre la Argentina de 1994 y la de 2010. Tenía entonces un valor de 0,45. Ahora, 0,44 (fuente Indec, coeficiente de Gini, según ingreso per cápita familiar). En promedio, nuestra sociedad no ha experimentado durante los últimos 17 años una de las características que más la distinguió históricamente: la movilidad social ascendente. Y si nos remontamos unos 40 años atrás, cuando comenzó a medirse el índice, la movilidad ha sido descendente. Pasamos de un coeficiente de Gini de 0,36 al mencionado 0,44.

Hoy Canadá tiene un Gini de 0,33 y Suiza, uno de 0,36. Los países desarrollados más equitativos del mundo son los nórdicos: Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia. Tienen un coeficiente de Gini de 0,28. No casualmente sus ciudadanos están entre los más felices del planeta. La fragmentación histórica de América latina queda expresada en sus coeficientes. Más allá de las sustanciales mejoras recientes, tanto Chile como Brasil aún tienen un Gini de 0,55. Uruguay, uno de los países más igualitarios, uno similar a la Argentina: 0,45.

Tras el estallido de la crisis financiera global de 2008, se está recuperando a la economía de su desviación extrema hacia la matemática y la estadística. No se puede pensar lo económico sin pensar lo social. Por lo menos, si uno pretende una sociedad "vivible". La nueva etapa, de una economía más integral, incorpora cuatro ejes centrales, sumamente conectados: empleo, producción, inclusión y distribución.

En nuestro país, con una economía cuyo PBI creció un 84% acumulado entre 2003 y...

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