Esta vez, los argentinos decidieron no suicidarse

El comicio de ayer muestra, en primer lugar, que no es verdad que los pueblos nunca se equivocan. Como tampoco lo es que siempre aciertan. Simplemente esta vez, y cómo están el mundo y el país, los argentinos decidieron no suicidarse.

A la hora de votar, sin duda la ciudadanía pensó que quiere acabar con la corrupción feroz que según la unánime oposición corroe al Gobierno. Pero parece que también pensó que no eran los señores Duhalde o Rodríguez Saá, ni la Unión Cívica Radical, los que podrían garantizar el fin de la corrupción, puesto que todos fueron gobierno, entre 1984 y 2003.

Acaso también pensaron -los votantes- que la unión de la familia argentina y la lucha contra la inseguridad quedarían en manos de Duhalde y el señor Ruckauf. O acaso evaluaron el posible destino final de un nuevo turno radical. O recordaron historia y presente del Partido Socialista, colmado de divisiones.

Y así con otros asuntos de interés colectivo: la inflación, por ejemplo. Los votantes parecen haberse preguntado si realmente es tan incontrolable como se propagandiza, y si acaso ahora iban a bajarla los que nunca supieron qué hacer con ella y siempre terminaron convocando al señor Cavallo como supuesto "salvador" de sus gobiernos.

Sin duda ayer se votó pensando también en acabar con el autoritarismo y la soberbia, y la crispada partición de la sociedad. Pero ¿no habrá sido que entonces la ciudadanía recordó a Kosteki y Santillán? ¿O quizás imaginó a Carrió terminando con el desorden apocalíptico que dice que hay? ¿O acaso se preguntaron cuál será la experiencia de gestión de Ricardo Alfonsín?

Y respecto del llamado "viento de cola", ¿no será que el pueblo al votar recordó a los...

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