La vestimenta del magistrado. Ética en la función judicial

AutorÁngela C. Pinacchio
Pinacchio, La vestimenta del magistrado
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La vestimenta del magistrado*
Ética en la función judicial
Por Ángela C. Pinacchio
“Los deberes de orden jurídico presuponen otros,
de orden moral, que los apoyan conceptualmente y los fundamentan”.
(Preámbulo de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, párr. 3°)
1. Introducción
Hoy me propuse desarrollar distintas temáticas en torno a la actual Administra-
ción de justicia y la tutela de la persona humana. Pero en esta introducción quería
referirme puntualmente a una materia muy pocas veces tratada con profundidad y
que consiste en descubrir cuál es la vestimenta que un magistrado –sea de primera,
segunda o de cualquier otra instancia– debe llevar. Esa vestimenta no es una ropa
común, ni tampoco un nuevo diseño de moda. Esa vestimenta es igual para todos
ellos y no la distingue el color ni el corte de la tela.
La forma de poder desentrañar su verdadero ropaje es indagar sobre las fun-
ciones y deberes que debe atender todo juez, tanto como la ética e independencia
necesaria que el Poder Judicial en su labor requiere. Para que dicho órgano judicial
pueda desarrollar comprometidamente su cometido en pos de la paz social y la se-
guridad jurídica necesita de jueces, no solamente idóneos, sino también con voca-
ción de servicio.
Se orienta de este modo, un pequeño trabajo expositivo de ideas, referentes al
comportamiento que un juez debe mantener tanto fuera como dentro de su juzgado.
Un magistrado es una persona que imparte justicia, atribuye responsabilidades, ana-
lizando e indagando sobre las causas de una problemática para encontrar una solu-
ción posible a las partes contendientes. Pero aun así, falta mucho por decir, puesto
que además se le exige la búsqueda de la verdad.
Esa responsabilidad de desentrañar la realidad recae en sus hombros, y toda
una comunidad lo observa, sea que esté o no involucrada directamente, puesto que,
de alguna manera todos entienden que es necesaria indefectiblemente una justicia
que proteja sus bienes jurídicos (su persona, su propiedad, su salud, etcétera). Es
decir, que dichos bienes pueden, potencialmente, ser afectados y requieren una jus-
ticia que sepa protegerlos, como también, prevenir el mal que pueda aquejarlos.
Por lo pronto estamos vislumbrando que no puede quitarse esa vestimenta. Pe-
ro no por ello ésta es rígida y dura. Por el contrario, es una vestimenta que se adap-
ta al cuerpo. Que da una imagen de seriedad y compostura. Aunque no le da la apa-
riencia de una persona inalcanzable. Es una vestimenta que lo diferencia por su
función pero no lo aleja de la realidad de la vida. No es un ropaje que tapa imperfec-
* Bibliografía recomendada.
Pinacchio, La vestimenta del magistrado
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ciones o la propia humanidad de la persona que la lleva. No intenta deshumanizarlo
por que un juez sin humanidad no puede administrar nada que se digne de ser justo
o injusto. Sólo del hombre provienen esas dos polaridades y sólo los humanos po-
demos cambiar este mundo. No podemos pedir que sea una persona que no cometa
errores pero podemos exigirle que sea humano y honesto. Que al estar frente a su
error sepa corregirlo y no lo tape por su vergüenza. Esa vestimenta no puede ser
una pantalla que oculte. Debe ser el reflejo de su ser y de sus convicciones. Tam-
bién se relaciona esta temática, con la forma republicana de gobierno que sostene-
mos desde la fundación del Estado argentino en 1853.
Si bien, no propongo que lleven una toga –como sí es costumbre en ciertos
países– los jueces de nuestra República Argentina, deben recordar su significado.
Una toga es símbolo de solemnidad, de la primacía de lo civil sobre lo militar. Repre-
senta la justicia como valor universal. Y como en el Estado argentino no es costum-
bre usarla que no sea también usual olvidar su significado. Puesto que, si bien, pue-
de resultar inadecuado o muy costoso sostener la etiqueta, será más penoso olvidar
los principios que ella representa. Por otro lado, es menester aclarar que una toga
no es una vestimenta sino investidura, símbolo de la tradición y el respeto a las insti-
tuciones republicanas. Quienes la llevan deben hacerlo con sumo respeto y decoro.
En la actualidad vemos avanzar la tecnología pero continuarán siendo jueces
los que dictarán las sentencias. Los procesos serán recorridos e impulsados por
hombres y mujeres. No se les pide, entonces, a los magistrados sentencias a medi-
da ni resultados cien por ciento ajustados a la vara de la ley, si se pretende que se
dicte una resolución lo más justa posible y que contemple con ojos humanos la ley
que habrá de aplicar. De que sirve una sentencia que sostenga un dogma si no re-
suelve el problema. De qué servirá una sentencia que sea perfecta; pero que no sea
posible de entender y/o ejecutar para las personas que van a recibirla y que luego
deberán acatar. La función del juez no es resolver ecuaciones. Un magistrado debe-
rá escuchar y entender humanamente, para luego aplicar las fuentes normativas
produciendo una sentencia sensata y acorde a la realidad social.
Pero ninguna propuesta servirá, si no existe una verdadera convicción en el
cumplimiento de las leyes y de los preceptos morales que implican el ejercicio, tanto
de la magistratura, como de los distintos cargos públicos.
2. La imagen del Poder Judicial
Los jueces son la imagen del Poder Judicial que integran y esto es así, para to-
das las personas que asisten a las audiencias, interviniendo o no en el proceso, y sin
importar cual sea el interés que las motiva. La responsabilidad es de cada juez. Un
juez debe recordar su primer juramento, aquel que hizo antes de ejercer como abo-
gado en la sociedad. Luego, no debe olvidar jamás su promesa de desempeñar fiel-
mente su cargo de magistrado respondiendo debidamente con sus actos públicos,
siendo el buen ejemplo que ilumina los senderos de un camino ordenado y anhelado
por los principios que inspiran el estatuto fundamental del Estado argentino.
La presente obra tratará, sobre distintas cuestiones y una de ellas es el com-
portamiento ético del magistrado. De cómo ello influye en el sistema republicano de

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