Una vergonzante caída en la ilegalidad

Cristina Kirchner, el jueves, durante el acto en el Estadio Único de La Plata

Hay que estar muy desesperado y carecer de escrúpulos para hacer una trampa a todas luces aviesa a la vista de todos. Más todavía para desobedecer a continuación la decisión del árbitro que, ante la falta ostensible, inhabilita la jugada. Lo que sigue después de eso es otro juego que no tiene nada que ver con aquel que, a duras penas, se venía jugando. Ya no hay reglas. De Fujimori a Chávez , la consolidación de la autocracia empieza por anular a la Justicia. Si se antepone la voluntad de una persona a un fallo definitivo del Poder Judicial, se quiebra el ordenamiento jurídico y se cae el andamiaje de la democracia, basado en la división de poderes. Esa es la apuesta de la vicepresidenta: que caiga nomás "esa rémora", condición para evitar su propia caída . A la luz del avance de las causas judiciales que la desvelan, la institucionalidad la conduce a una o varias condenas por corrupción. Ante eso, solo queda embestir contra ella. Cristina Kirchner ataca porque se sabe acorralada. La cuestión ahora es cómo van a responder las instituciones de una democracia bastante maltrecha que, sin embargo, muestra una vocación creciente de restañar las heridas y empezar a recuperarse.

Estamos ante un enfrentamiento entre la Justicia, obligada a aplicar la ley, y quien parece dispuesta a todo para no hacerse cargo de sus actos y alcanzar la impunidad. Sin embargo, toda la sociedad está implicada en el desenlace de este conflicto, pues Cristina Kirchner acaba de pasar un límite que coloca al país al borde de una anarquía. ¿A partir de ahora va a desoír todos aquellos fallos judiciales que no le gusten? ¿Tendrá la misma actitud cuando lleguen eventuales sentencias condenatorias en las causas Vialidad o Cuadernos? ¿Pueden hacer lo mismo que su vicepresidenta aquellos ciudadanos que se vean contrariados por un fallo desfavorable? Total, según parece, lo que vale para quienes conducen el país no es la verdad ni la ley, sino el engaño y la fuerza .

Desde el jueves, según enseña la vicepresidenta, la Justicia es también la culpable de la inflación y la suba de precios

La desobediencia de Cristina al fallo de la Corte Suprema, que supone además un abuso de poder y un incumplimiento de los deberes de funcionario público, no tiene precedente. O sí lo tiene, allá en Santa Cruz, cuando el kirchnerismo no acató un fallo de la Corte Suprema que exigía reponer en su cargo al exprocurador de...

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