El verdadero escollo es económico

La propuesta -en realidad, una exigencia suave- tuvo un aire familiar. Llegó en estos días, por teléfono, de funcionarios de la Secretaría de Comercio a representantes de cadenas de supermercados. "Tenemos que tratar de que el tema del aceite baje de la tapa de los diarios", se pidió. El kirchnerismo está demasiado cerca en el tiempo, y es imposible olvidar aquellas obsesiones, aunque el tono y los métodos hayan cambiado. Algunos problemas, como la escasez y los aumentos en el sector oleaginoso, son los mismos de entonces. Los ejecutivos del sector lo terminaron de aclarar con el Gobierno anteayer, en una reunión que tuvieron en el Palacio de Hacienda con los ministros Alfonso Prat-Gay, Francisco Cabrera y Ricardo Buryaile. Allí se acordó que los proveedores adelanten stock para mejorar la oferta y congelar incrementos.

La baja de la inflación, el único logro constatable que el equipo económico admite internamente que podrá exhibir en este semestre, se demora más de lo que se suponía, y viene gracias a una mala noticia: caída en la actividad. Eso aumenta el nerviosismo. La palabra "ansiosos" que el Gobierno le dedicaba al periodismo cunde ahora en áreas macristas. "Hay que poner el hombro porque el último bimestre va a ser mejor", intentaron alentar la semana pasada desde el Ministerio de la Producción a ejecutivos de finanzas. El mismo mensaje llegó a industriales mediante una comparación contrafáctica: la alternativa, Scioli-Zannini-Aníbal Fernández, habría sido peor.

No hay duda de que algo de la paciencia que los empresarios tienen con la situación económica viene de ese contraste. Aunque algunos de los enredos pongan a algunos sectores, principalmente al manufacturero, en dificultades reales o encrucijadas. ¿Cómo animarse a invertir, como pretende Macri, si es más rentable destinar el capital a instrumentos financieros con tasas del 30%? ¿Cómo hará el país para empezar a crecer sólidamente, sin riesgos de corridas contra el dólar y una inflación razonable, si baja esa tasa? ¿Se podrán atenuar los costos del sector productivo si no disminuye el déficit fiscal, que obliga subir la presión tributaria? ¿Es posible achicar ese rojo sin tocar las tarifas? ¿Se podría licuar parcialmente a ese elefante estatal con más devaluación? ¿Y los salarios? ¿O habrá que continuar con los despidos que el Gobierno suspendió al menos hasta después de las elecciones?

La discusión son las dosis de la receta, no tanto sus ingredientes. Nada distinto de lo que...

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