El Vasco y el poder de la palabra

Cada palabra tiene un peso específico. El mensaje es determinante para edificar. No se trata sólo de una postura, es cuestión de ser contundente en cómo se debe transmitir. Uniforme en su tono de voz, sin exageraciones y con una alta dosis de calma, el entrenador de Boca deja una señal. Rodolfo Arruabarrena es dueño de un estilo que le hizo muy bien a todo el universo xeneize. Criado en la Ribera, supo calmar la histeria que se generó tras el golpazo por el traspié de Carlos Bianchi. No era sencillo, pero el Vasco bajó los decibeles y le dio una cuota de realidad. No es poco.

Un arranque de año muy alentador no lo marea. Anoche llegó a su octava victoria consecutiva en 2015, pero no dudó en soltar una frase que habla mucho de cómo piensa y qué pretende inocular en su grupo: "Me pone contento el resultado, pero no me gustó cómo jugó el equipo. El haber ganado no debe tapar el nivel de juego y que tenemos mucho por mejorar". Esto de ser autocrítico también es parte de la construcción de un proceso. Porque Boca también necesita de estas cuestiones.

Arruabarrena no ocultó nunca su admiración por Carlos Bianchi, de la misma manera que desde sus acciones demuestra que aprendió muchas cosas del Virrey. Comprendió que lo mejor es tener atento y alerta a todo un plantel y hace convivir a figuras como Osvaldo, Gago o Lodeiro. Logró que se identifique el grupo con su idea y tiene claro qué decir y cómo hacerlo. Pero el Vasco mejoró la versión. Eso no implica que él tenga los mismos resultados de uno de sus maestros: eso parece casi imposible. Lo que sí está claro, es que el DT de Boca leyó bien el contexto, tiene un discurso real y busca las mejores opciones para inocular su ADN.

No tiene medias tintas, no es una postura. No se expresó ayer...

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