El valor de la credibilidad en política exterior

En 1969, el exsecretario de Estado de los Estados Unidos, Henry Kissinger, escribió: "Los conceptos ‘ credibilidad ’ o ‘prestigio ’ no son frases vacías: otras naciones sólo pueden orientar sus acciones a las nuestras si pueden contar con nuestra constancia". Ser constantes y creíbles es determinante para construir relaciones internacionales fluidas y prósperas basadas en la confianza mutua.

La política exterior del gobierno argentino pone bajo la lupa su propia credibilidad. Mientras el presidente, Alberto Fernández, hace un año le decía a Joe Biden en una conversación telefónica que quería trabajar junto a él "para ordenar a América Latina", unos meses después le ofrecía a Putin que nuestro país sea su "puerta de entrada" en la región, a pocos días de que Rusia invadiera Ucrania. Si bien luego se aclaró que la declaración fue en términos netamente comerciales -no geopolíticos-, reflejó, de mínima, un muy mal ti ming p olítico. Luego, el presidente viajó a Pekín y expresó sentirse "muy identificado con el Partido Comunista" chino. Entonces no es solo Washington: tampoco Moscú, Pekín, Montevideo o Jakarta creerán una palabra presidencial basada en una estrategia tan ingenua como improvisada de decirle a cada líder lo que quiere escuchar, lo que termina en contradicciones evidentes.

Alberto Fernandez y el presidente ruso Vladimir Putin

De manera similar, cuando empezó el ataque ruso a Ucrania, la Cancillería tomó una postura inicial tardía y poco contundente, sin mencionar la palabra invasión y omitiendo conceptos clave como el de integridad territorial. Luego de ver la reacción del resto del mundo, el Gobierno revisó su postura y acompañó la condena global a Rusia. Sin embargo, en estos meses de conflicto, vuelve a quedar claro que la política exterior argentina es un instrumento al servicio de intereses contrapuestos de los distintos sectores de la coalición gobernante: mientras una parte de la coalición gobernante ahora reafirma la postura de condena a Rusia, la vicepresidenta habló del tema en Eurolat sin una condena explícita ni solidarizarse con Ucrania, hecho que luego generó dudas y quejas de un grupo de eurodiputados invitados.

Ello explica que la Argentina pida, por un lado, la suspensión de Rusia en el Consejo de DD.HH. de la ONU y, por el otro, se abstenga de condenarla y suspenderla como observador permanente en la OEA, basando su postura en que "no es un foro competente" para tratar el tema.

Más allá de las justificaciones...

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