Vacaciones pasadas por agua

Antonio Cafiero, Carlos Ruckauf y Daniel Scioli, como gobernadores de la provincia de Buenos Aires, supieron tener mejor imagen que los presidentes de sus respectivas épocas (Alfonsín, Menem y Cristina Kirchner). Lo mismo sucede ahora con la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, y el presidente Mauricio Macri, pero, a diferencia de aquellas duplas, ésta es la que, por ahora, tiene mejor sintonía entre sí. Ella fue creciendo políticamente a la sombra de su mentor como ministra y vicejefa de gobierno cuando ambos mandaban en la Capital Federal y ahora el jefe del Estado la tiene como talismán preferido en la mayoría de sus actos (aunque siempre hay una excepción a la regla, como la reciente reunión que Macri mantuvo con intendentes bonaerenses sin la presencia de Vidal).

La relativa "inmunidad" en la imagen de los mandatarios bonaerenses podría fundarse en tres hipótesis: 1) los problemas federales recaen sobre el Presidente; 2) los inconvenientes locales son de los intendentes, y 3) gobernar un Estado dentro de otro Estado (por sus dimensiones y heterogéneas complejidades es como un país) los pone en un lugar expectante, en la primera fila de la vidriera nacional.

Pero hay un "pequeño" detalle: ni Cafiero, ni Ruckauf ni Scioli pudieron ser presidentes de la Nación. La estadística juega en contra de los gobernadores de ese distrito: ninguno llegó por las urnas a la Casa Rosada (Eduardo Duhalde pudo, pero porque lo eligió el Congreso y como mandatario interino, tras la hecatombe de 2001).

No se vislumbra ni se ha expresado aún un apetito similar de Vidal por seguir ese camino. Las pocas veces que, hasta ahora, en Cambiemos se alude al próximo turno presidencial (2019-2023), todavía nadie discute que la opción de preferencia para cubrir ese tramo siga siendo del propio Macri si se diera un escenario de eventual reelección.

Aunque proclaman extrañarse (ya no tienen despachos contiguos) hay una tensión latente entre Macri y Vidal que algún día podría llegar a activarse si la historia los pusiera ante la disyuntiva de competir por el mismo sillón.

El Fórmula 1 de Vidal, de impecable carrocería y potente motor, acaba de ser salpicado por los barros de la política o, mejor dicho, de una inundación. A mitad del año pasado la gobernadora contrató un viaje con sus tres hijos en clase turista a pagar en cuotas, a Playa del Carmen (México) por escasos seis días. Estaba exhausta -Elisa Carrió lo subrayó públicamente hace unos días y antes le había...

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