¿Más universidades o más calidad universitaria?

Asamblea Legislativa, el presidente Alberto Fernández en el recinto del Congreso

"Joven argentino: no te esfuerces por llegar a la universidad; la universidad te la hará más fácil y se ocupará de llegar a vos". Este eslogan podría sumarse, en cualquier momento, a las costosas campañas de propaganda oficial. El Gobierno refuerza, en todos los órdenes, la cultura del facilismo. Y alienta la idea de que las cosas no se conquistan ni se ganan por la vía del esfuerzo, sino que se otorgan y se conceden desde el Estado a través de "la ampliación de derechos". Nunca falta la retórica del falso progresismo para disfrazar la simple y llana demagogia.

Un párrafo del farragoso discurso presidencial ante la Asamblea Legislativa debería tomarse como una confesión reveladora: "Nosotros queremos asegurar que cada día sea más fácil acceder a la educación universitaria… la universidad debe acercarse al alumno que quiera estudiar". El objetivo, entonces, no es que los jóvenes accedan a la universidad, sino que la universidad acceda a los jóvenes: una idea que condensa la trampa del facilismo que ha debilitado los cimientos del sistema universitario y de la educación en general. Es un concepto reñido, incluso, con las ideologías de izquierda a las que el populismo no representa ni interpreta, y se presume que tampoco ha leído: "No se trata de llevar el arte al nivel del pueblo, sino el pueblo al nivel del arte", decía Lenin, el teórico del marxismo.

Las nociones de exigencia, selección y mérito han sido estigmatizadas por el poder y confinadas a un diccionario maldito. Representan "la exclusión", "la Argentina para unos pocos" y "la eliminación de tus derechos (y derechas)". Esta cultura, que el oficialismo ha explotado y exacerbado, pero no inventado, ha hecho que el sistema universitario confunda "democratización" con facilismo. La mayoría de las facultades han eliminado los exámenes de ingreso y flexibilizado al máximo las condiciones de regularidad. Esto significa que ni siquiera se exige aprobar un mínimo de materias por año para mantener la condición de estudiante regular. Es un modelo que no existe en ningún país del mundo, ni siquiera en los admirados por el populismo argentino. ¿O era "fácil" ingresar a la universidad pública de Chuquisaca en la Bolivia de Evo Morales?

Esta es la clave para entender datos que hoy resultan asombrosos: la mitad de los ingresantes a la Facultad de Medicina de La Plata son extranjeros. ¿Vienen atraídos por el prestigio...

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