Últimos roundsde dos boxeadores en retirada

Guillermo Moreno no es de esas almas retorcidas que pueblan el mundo de la política. Amenazante, teatral, poco riguroso con las cifras, a veces violento e irrespetuoso de la ley, el secretario de Comercio puede pasar, sin embargo, rápidamente del enojo a la reconciliación en el trato personal. Es lo que quiso hacer semanas atrás, cuando se comunicó con Claudio Uberti, aquel funcionario que dejó el Gobierno tras el escándalo de la valija de Antonini Wilson, y le pidió que intercediera ante un ministro con quien arrastra varios encontronazos: Julio De Vido.No tuvo éxito. Hace tiempo que De Vido ha dejado de confiar en el militante afín al que, alguna vez, cuando los hermanaba el liderazgo de Néstor Kirchner, llegó a llamar con afecto "el Loco". Lo admitió días atrás ante empresarios de la Unión Industrial Argentina: De Vido está dolido y atribuye estos últimos ensayos de acercamiento a que Moreno perdió ?después del control de cambios, la restricción a las importaciones y la persistencia de la inflación? el predicamento que tenía con la Presidenta.Pasaron muchas cosas. Moreno fue el primero en convencerla, hace un año, de que los problemas de disponibilidad de dólares venían de la mala gestión energética. La Argentina, que no importaba en 2003 gas o combustible para usinas, gastará este año hasta 12.000 millones de dólares a esos efectos. Es lo que costaría construir tres trenes bala. O cuadruplicar la Asignación por Hijo: extenderla de 3,5 a 14 millones de chicos o subirla de 340 a 1360 pesos.Este resultado inapelable, machacado durante meses en los oídos de la jefa del Estado, resultaba además un homenaje a los ocho ex secretarios de Energía con que De Vido venía discutiendo públicamente en estos años. ¿Cómo no iba a derivar, si se incluye la tragedia ferroviaria de Once, en un desgaste del ministro de Planificación? No es por antojo que algunos colaboradores del arquitecto, como Roberto Baratta, José María Olazagasti y Walter Fagyas, han desaparecido de escena para los empresarios. "¿Y qué será de la vida de Antonio Pronsato?", decían esta semana en una petrolera que extraña al interventor en el Enargas.En realidad, contra lo que suponía Moreno, el recambio fue bastante más abarcador. Él y De Vido son ahora viejos boxeadores que contemplan cansados, detrás de las sogas, al único pupilo autorizado a calzarse los guantes: Axel Kicillof, viceministro de Economía.De ahí que la contienda entre ambos revista cierto romanticismo: es por el honor. Y ha...

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