Los últimos pasos de la bailarina uruguaya María Riccetto

Como Julio Bocca o Paloma Herrera, la bailarina María Riccetto hizo los picos más altos de su carrera internacional en el American Ballet de Nueva York. Así fue hasta que, en 2013, el mismísimo Bocca, entonces exitoso director del Ballet del Sodre de Uruguay, la tentó para que volviera al Río de la Plata y se incorporara a la compañía oficial de su país, del que había estado lejos por quince años. En 2017, obtuvo -de forma compartida con la argentina Ludmila Pagliero- el premio Benois de la Danse a la mejor bailarina, y entonces el Río de la Plata la celebró como un gol mundialista de la Celeste. Porque, sí, es cierto que además de una excelente bailarina y un personaje público Riccetto es hoy un ídolo nacional.Por eso se entiende el clima de ebullición que hay alrededor del anuncio que se oficializará esta mañana en el auditorio donde trabaja el BNS en Montevideo. Con 39 años, y siguiendo aquella regla no escrita que dice que los bailarines clásicos se sacan las zapatillas en su mejor momento al cumplir las cuatro décadas, Riccetto confirmará que se retirará de los escenarios con el último título de la temporada, Manon, una de esas obras que son sinónimo de madurez artística y que -paradójicamente- le llega a ella por primera vez. Como un último deseo...

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