En los últimos 35 años, un país que vivió más en default que pagando

Desde principios de los 80, el país estuvo más tiempo en cesación de pagos que cumpliendo con el servicio de su deuda.

En la dictadura, luego de la crisis económica generada por el plan del ex ministro José Alfredo Martínez de Hoz y por la suba de las tasas de interés internacionales, el gobierno del general Leopoldo Galtieri dejó de pagarles a los acreedores externos cuando lanzó la Guerra de Malvinas. Su ministro de Economía, Roberto Alemann, había acordado días antes la refinanciación de fondos a cambio de mantener la deuda estable, pero luego no cumplió porque a fines de 1982 los pasivos externos del Estado ascenderían a US$ 28.626 millones.

Además de la derrota en el campo de batalla, el país acumuló al final de la guerra unos US$ 2000 millones de atrasos en el pago de la deuda. A fines de ese año se firmó otro acuerdo de reestructuración de pasivos, pero en los hechos el país seguía sin pagar y cuando regresó la democaria la deuda externa ascendía a US$ 45.069 millones.

En el gobierno constitucional de Raúl Alfonsín, el equipo económico de Bernardo Grinspun logró un trabajoso acuerdo con los acreedores, que fue seguido por los constantes incumplimientos de metas y continuidad de atrasos en los pagos, rasgos que caracterizarían las negociaciones durante toda la década del 80. Luego de que fracasara la intención del presidente de convocar a una negociación regional con los acreedores, decidió cambiar al ministro en medio de la mala situación económica y Juan Sourrouille logró el apoyo del gobierno de Estados Unidos para firmar un nuevo acuerdo con el FMI. Sin embargo, nada cambió: el país tuvo un buen 1986, pero al año siguiente ya entró en otra crisis y comenzó a atrasarse en sus pagos.

La situación no cambió tampoco cuando Estados Unidos lanzó el plan Baker, basado en un mayor esfuerzo de los acreedores para inyectar fondos frescos a un grupo de países fuertemente endeudados, a cambio de promover políticas de libre mercado y privatizaciones.

Dos días antes del levantamiento carapintada de la Semana Santa de 1987, se alcanzó un nuevo acuerdo de refinanciación, que luego también quedó en la nada por la crisis económica que detonó la salida de Alfonsín del poder en 1989.

Su sucesor, Carlos Menem, logró postergar pagos por US$ 2650 millones que el país debía a diversos gobiernos agrupados en el Club de París, mientras desde Estados Unidos se lanzaba otro plan de alivio de la deuda, el Brady, que en un principio no incluyó a la Argentina.

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