Un triunfo para descontaminar

L A PLATA.- Disipó la atmósfera negativa que se generó con el tropiezo en el debut ante Belgrano, la misma que inflamó el técnico Almeyda ante el desconcierto de todos en Núñez. Enderezó el rumbo, luego de una semana en la que el entrenador ofreció sensaciones de inestabilidad en el cargo. River entendió que necesitaba un rápido lavado de cara para entusiasmar, para empezar a creer en sus fuerzas, para reescribir la historia, tras la temporada en el ascenso. Necesitó tiempo para darse cuenta, porque la escasez de ideas hizo que desperdiciara el primer tiempo, en el que una grosería arbitral le dio una oportunidad extra, al no sancionar un evidente penal de González Pirez sobre Maximiliano Núñez. El entretiempo lo oxigenó, le renovó las energías y le devolvió los conceptos ensayados. Así, con la mente más lúcida para lastimar, con menos desajustes defensivos y con Rogelio Funes Mori a pleno, argumentó la victoria 2-0 sobre Estudiantes.Reacomodó las piezas River. La caída determinó que el técnico enterrara algunos pensamientos que defendió pocos días atrás. Debutó el arquero Barovero, que fue exigido poco pero no falló y transmitió serenidad; Ramiro Funes Mori se desempeñó en el lateral izquierdo y el uruguayo Carlos Sánchez reapareció, luego de la lesión. Pero los movimientos en la formación poco se reflejaban en la cancha, donde Estudiantes se apoderó del balón y explotó las debilidades que exponían los millonarios con el tándem Ramiro Funes Mori-Lanzini, que no tiene vocación para marcar. Núñez, con la velocidad, desnudó esas fallas. Pero esa pequeña supremacía -que nacía a partir de la desgastante labor de Braña- se diluía en el área, donde Estudiantes tenía poco peso.Se reinventó River, corrigió las dificultades defensivas, se plantó con otra actitud y la fórmula Trezeguet y Rogelio Funes Mori hizo el resto, con la ayuda de los zagueros de Estudiantes para darle forma al triunfo. El goleador franco-argentino, en un equipo impreciso, resultó un peatón en la cancha; aún así...