Triple frontera porteña

La "triple frontera", entre La Boca, San Telmo y Barracas parece una zona de guerra. Esas "embajadas móviles", o sea los colectivos, ya se cobraron varias víctimas. Pero son intocables por su condición de servicio público, o por la impericia de los controles que sí se aplican con meticulosidad a los privados.Los vecinos pintan cruces amarillas en el suelo y nadie del gobierno porteño toma nota del conflicto, ni del calamitoso estado de esas carcasas de acero que en el argot irónico de los choferes se denominan "unidades".Al consultarle por esta situación al agente de la Policía Federal que todos los días está parado en la esquina de Martín García y avenida de los Patricios, la respuesta es curiosa: "Hace tres semanas nos sacaron el talonario de boletas y acá no hay nadie de la Metropolitana para frenarlos". Y mientras lo decía, otra bestia de metal cruzaba el semáforo en rojo echando una nube de humo negro. Por esa esquina transitan más de diez líneas. Hay giros atípicos por la disposición de los recorridos y nadie sabe bien cuándo vadear la calle o mantenerse a salvo en la orilla. "Esto es una locura", dice resignado un vecino después de trotar adelante de un colectivo 70 que lo toreaba para que apurara el paso al cruzar. A todo esto, mientras esta reflexión cae en el papel, el ruido estruendoso, abominable de estos dinosaurios de hierro pintados de hollín hace vibrar las ventanas y los huesos.Me voy en cinco, "fierita"...

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