Tres ocasiones en las que las estadísticas se usaron para sacar conclusiones disparatadas

Todo depende de cómo se interpreten los datos

¿Recuerdan ese chiste en el que una persona busca bajo un farol las llaves que se le perdieron en un callejón oscuro, simplemente porque la tarea es más fácil con luz? Pues todos hacemos un poco lo mismo en algún momento. Y los científicos, que no son ajenos a las debilidades humanas, también.

La estadística, una de las ciencias más útiles y rigurosas, ha servido en muchas ocasiones para argumentar debilidades, incluso desvaríos. Y es que a veces, guiados por nuestros propios sesgos, los científicos tendemos a fijarnos en los hechos más llamativos o en aquellos relacionados con nuestra experiencia personal, en lugar de ver en los datos relaciones indirectas o inesperadas.

Y por esta razón, el sesgo de quien interpreta los datos puede producir fenómenos para reír o para echarse a llorar.

Por ejemplo, llevados por sus sesgos , algunos científicos interpretaron que la formación de las mujeres era contraproducente para cuidar enfermos, o que el tamaño del pene medio en un país tenía relación con la renta per cápita.

Ilustración que muestra a Florence Nightingale en la guerra de Crimea

Una lectura machista de las estadísticas para tratar a indigentes

Es célebre el caso de la enfermera Florence Nightingale, cuyo diagrama de área polar (o "de la rosa"), elaborado a partir de los datos recopilados mientras prestaba servicio sanitario en la guerra de Crimea, sirvió para convencer a todo un país de que las insalubres condiciones de los hospitales de campaña podían matar más que las balas.

Sin embargo, quizás no es tan conocido el hecho de que sus estadísticas también fueron usadas para desmentir otras falsas creencias. Entre ellas la extendida por los gestores de los hospitales que atendían a indigentes en Reino Unido, que afirmaban sin pudor que los enfermos asignados a enfermeras profesionales evolucionaban peor que los atendidos por enfermeras voluntarias sin formación específica.

La tesis que realmente pretendían demostrar los médicos es que la cualificación técnica de las mujeres entorpecía su instinto natural para proporcionar cuidados. El farol que se marcaron estos señores con sus datos muy probablemente tenía que ver con la oposición social a la educación superior de las mujeres imperante en la época.

Sea como fuere, los números de Nightingale demostraban que lo que ocurría en realidad era que los heridos más graves -y por tanto con peor pronóstico- eran usualmente asignados a enfermeras de...

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