Tres encuentros con un Nobel

En 2007, un año antes de ganar el Premio Nobel de Literatura, el francés Jean-Marie Gustave Le Clézio estuvo de visita en Buenos Aires

Los adeptos a esta religión ferviente y minoritaria que es la literatura lidiamos con el Premio Nobel una vez al año como se soportan ciertos ritos del calendario: natalicios, feriados nacionales, fiestas de fin de año. Están ahí, no podemos hacer nada para evitarlos, quizá esta vez la reunión no sea tan aburrida. Si tenemos alguna certeza, una sola, es que ningún premio es capaz de transmutar a un autor menor en un clásico, y que como mucho logrará infundirle a su carrera un impulso publicitario que puede durar meses. No garantizará, por supuesto, la relevancia de su obra, su ingreso a una tradición ni su permanencia en el tiempo, por no hablar del interés de los lectores.

Bastaría hacer, una vez más, la lista de los escritores que no ganaron el Nobel de Literatura para poner en cuestión la perspicacia de la Academia Sueca: Franz Kafka, Marcel Proust, James Joyce, Jorge Luis Borges, Vladimir Nabokov… ¿Pero por qué habría de ser de otra manera? Los dieciocho académicos que deciden el galardón y sus cinco asesores en materia literaria son seres humanos, es decir falibles, y pedirles que consagren el valor universal de una obra no es más que una exageración testamental del inventor de la dinamita.

Los caminos de la vida me han deparado tres encuentros con escritores que recibieron, o estaban a punto de recibir, el Nobel de Literatura. Recuerdo un almuerzo en abril de 2007 organizado por la editora Adriana Hidalgo con Jean-Marie Gustave Le Clézio en el que mi escasa virtud para hablar el francés me mantuvo al margen de las cosas que el autor de El africano tenía para decir. Cabe remarcar la visión editorial de Hidalgo: Le Clézio recibió el Nobel apenas un año después de esa comida en un rincón de San Telmo.

En octubre de 2010 la Feria del Libro de Frankfurt estuvo densamente poblada de argentinos que participaron en las actividades destinadas al país invitado: muchos se subieron a los aviones de polizontes, tantos otros hicieron diversos papelones. El mío fue proferir una risa un tanto...

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