En el tren de la historia reciente

Para jugar un partido post-asado con amigos -que energía sobraba, tanto como pelo- y para ponerles un límite a las crecidas del río -que se repetían por entonces, pero hasta allí-. Para eso servía, al pie de la barranca de Roque Sáenz Peña, en el Bajo de San Isidro, la traza abandonada de lo que había sido, desde fines del siglo XIX, una http://www.lanacion.com.ar/1588759-estatizan-el-tren-de-la-costa-terrenos-del-parque-y-dos-ramales-de-cargas-ferroviariasLas vías estaban tapadas por el pasto o no estaban y las estaciones eran taperas o moradas de ratas.Despuntaban los 90 y, justo en la mitad de la década, vimos llegar hasta allí la oleada de privatizaciones en forma de vagones verde inglés, con paradas en estaciones también muy british , desde Maipú, en el corazón de Olivos, hasta el Parque de la Costa, en el corazón de Tigre.Fue caro desde que arrancó, más para los turistas que para los vecinos. También, una inyección de vida. He vivido el último cuarto de siglo a no más de 50 metros de sus vías, en tres casas distintas y siempre en la órbita de tres de sus 11 paradas: San Isidro, Barrancas y Anchorena. Como si de un ramal de historia reciente se tratara, podría identificar estaciones que se llamaran Nada, Apogeo, Decadencia y...

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