Tras regresar a Argentina, hoy decide irse otra vez: 'Nos une la misma búsqueda de pertenencia y protección, y eso lo encontré en España'

Una historia de ida, vuelta, y volver a irse.

Mientras Adrián Vega recorre su barrio en Villa Carlos Paz, una serie de pensamientos se agolpan en su mente, desordenados, insistentes. Cada tanto detiene su mirada en las fachadas de las casas que conoce de memoria y en las veredas tan caminadas, por momentos rotas. En el aire puede respirar un otoño atípico, los rayos del sol llegan a su piel en una caricia cálida. Sí, piensa para sus adentros, cada esquina alberga una anécdota, mientras que las voces, los sonidos de los motores y las bocinas le recuerdan a cada instante que así es su Argentina.

Siete años pasaron desde que Adrián dejó España para volver a una Córdoba que lo vio nacer, crecer, estudiar y recibirse. Siete años en los que sus recuerdos y experiencias en el suelo ibérico, poco a poco, cobraron un mayor sentido.

"Estos siete años en mi país fueron suficientes, es tiempo de volver", se dice Adrián. Y a la par de aquel pensamiento, de pronto, comprende que ahora volver, para él, ya no significa volver a la Argentina.

El río San Antonio, a 5 km de Villa Carlos Paz, Córdoba, tiene un lugar especial en el corazón de Adrián.

Una carrera casi insostenible y un cambio de vida drástico: "El viaje fue programado para cambiar mi modo de vida desde las raíces"

Adrián decidió dejar la Argentina por primera vez en el 2005, movilizado por los mismos factores que impulsaron a tantos otros a irse del país. Los últimos años habían sido duros. Como estudiante de Periodismo de clase media, apenas sí podía sostener la carrera, obligado a trabajar para pagar sus estudios, siempre resignado a leer de fotocopias y acostumbrado a las largas caminatas porque a veces no le alcanzaba ni para el colectivo.

En ese contexto, y mientras cursaba su último año de estudio, llegó a sus oídos que su compañero de la secundaria, Guillermo Arolfo, estaba residiendo en Madrid junto a Débora, su joven esposa: "Una amiga en común de Córdoba me contactó y, al poco tiempo, estaba frente a su departamento con cuatro valijas enormes en mano", rememora. "Me recibieron con una calidez inusitada, ambos me acompañaron en todo el proceso de inserción legal en la sociedad española. Conmigo traía los papeles italianos de mi abuela Juana Bonaventura (hoy tiene 86 años), hija de un inmigrante siciliano".

Adrián, el día de su despedida en Ezeiza, junto a su amada hermana (fallecida muy joven), su sobrino Fabio y su cuñado.

Adrián jamás olvidará el mar de lágrimas que brotó de sus ojos...

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