Tras el protagonismo de Cristina

Si el país llega a , será en última instancia por decisión de los acreedores, que día tras día alargan la cuerda con la que nos podrían ahorcar, pero sólo unos centímetros hasta la próxima urgencia. Este mensaje en el fondo contemporizador de los acreedores se ha cruzado en los titulares de los diarios con el mensaje épico de Cristina, que dice de manera rotunda, a quienes quieran escucharlo, que los buitres no pasarán.El conflicto en torno al se ha nutrido así con dos lenguajes incompatibles: el lenguaje calculado de los "buitres", que lo único que quieren es cobrar, y el lenguaje exaltado de la Presidenta, que aspira por su parte a conmover a la audiencia. Si los acreedores se salen con la suya, finalmente cobrarán. Si Cristina impone su criterio, finalmente, pague o no pague, podría quedar como la heroína del drama del default.El gobierno argentino, ¿es un mal pagador? Los buenos pagadores pagan y punto. Los malos pagadores quizá también paguen, pero para hacerlo dan mil vueltas hasta que consiguen el segundo objetivo que también está en sus planes: quedar como los "buenos" de la película. Por razones culturales que vienen de lejos, el acreedor es visto como un usurero, como un abusador, en tanto que el deudor asume el papel de la víctima inocente que suscita la simpatía de la audiencia.El problema de la Presidenta es que pretende expresar estos dos lenguajes simultáneamente. Querría pagar, pero también quiere promover la simpatía de la audiencia por el hecho de que no quiere pagar, sino bajo sus propias condiciones. De que quiere pagar "dignamente". Su dilema no es pagar o no pagar, sino, si tiene que pagar, hacerlo en cierto modo bajo protesta, en resguardo de su propia imagen.La retórica de Cristina busca recorrer un término medio, porque de un lado no querría el conflicto abierto del no cumplimiento que significaría no pagar, pero del otro lado tampoco querría pagar mansamente, como si fuera un deudor complaciente. Este dilema de Cristina se le presenta, por otra parte, hacia el final de su mandato. A cargo de un poder declinante cuando termina su gestión, Cristina en cierta forma aspira a "terminar bien". Pero ¿qué significaría para ella "terminar bien"? ¿Irse para poder volver? ¿Designar un sucesor? Estas dos alternativas no le están, por ahora, disponibles.Aquí se advierte una falla en nuestro sistema político. En un país "normal", habría un proceso interno...

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