El transporte fue clave para que el paro se sintiera con fuerza en todo el país

Lo que había nacido como un paro sectorial de los se convirtió ayer en la más contundente huelga nacional de la serie de cuatro protestas que desde que llegó al poder.

Con la exigencia de modificar o eliminar el impuesto a las ganancias como eje central, el sindicalismo opositor, que contó en esta oportunidad con el respaldo de algunos gremios alineados con el Gobierno, paralizó parcialmente la actividad en el país y advirtió sobre un nuevo plan de lucha, que contemplaría en el corto plazo otra huelga (podría ser de 36 horas) y una movilización a la Plaza de Mayo. Impulsan esta medida Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Pablo Micheli, los referentes de las centrales obreras opositoras.

Desde la madrugada de ayer y durante casi todo el día, las calles de las principales ciudades del país estuvieron despobladas como si fuera un feriado y hubo altos índices de ausentismo en fábricas, empresas y escuelas debido a la adhesión de los sindicatos del transporte público de pasajeros, quienes fueron, en definitiva, el músculo más vigoroso para garantizar el alto acatamiento de la medida de fuerza.

El Gobierno, que había intentado hasta último momento persuadir con subsidios y advertencias de sanciones a los transportistas, minimizó el impacto de la huelga con el argumento de que Ganancias es tributado por el 10,2%de los trabajadores registrados y el 0,7% de los jubilados.

Por cadena nacional, la Presidenta dijo que el impuesto es "un aporte solidario", y calificó a los gremialistas de "oligarcas" y de olvidarse de "los que menos ganan". Además, Cristina Kirchner reivindicó sus logros de gestión en materia salarial, al recordar que en 2004 se reactivaron las negociaciones paritarias y el Consejo del Salario (ver página 9).

A diferencia de la lectura oficial, Moyano dijo que la huelga "fue contundente" y les hizo un guiño a los gremios que no comulgan con su liderazgo y que pararon.

Dos sindicatos que hasta hace poco integraron la CGT más afín a la Casa Rosada fueron las locomotoras de la huelga. Se trata de los colectiveros de la UTA y de los maquinistas de tren de La Fraternidad, cuyos referentes, Roberto Fernández y Omar Maturano, no asistieron ayer a la CGT para la evaluación del paro. Ambos mantienen sus diferencias con Barrionuevo y Micheli, y sus presencias no están aún garantizadas en caso de un nuevo paro. Detrás de la eufórica imagen de ayer, con los huelguistas en un mismo escenario, se levanta una nube de internas y pase de facturas que está...

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