Una transición incierta, entre el agravamiento económico y el desorden electoral

El jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el expresidente Mauricio Macri se mostraron juntos esta mañana durante una recorrida en una escuela del barrio de Pompeya, enviando una señal de unidad del PRO entre dos potenciales candidatos presidenciales para el año próximo

La Argentina se interna lentamente en un sendero cada vez más incierto, el que discurre en estos meses hasta el recambio de gobierno. Una incertidumbre marcada por tres factores determinantes. El primero, el clima social adverso, moldeado por niveles de desencanto, desinterés y desconexión de la realidad política, inéditos en tiempos recientes. Si en 2001 un cuadro similar generó un estallido, hoy produce indiferencia y ausencia de representación. Pero es igualmente peligroso porque deriva en distintas formas de anarquía. Según un estudio de la consultora Isonomía, solo el 70 % de los encuestados dice que irá a votar este año, cuando históricamente ese número fue de 90%. Podría tratarse de una rebeldía cívica que lesione la sustentabilidad de la futura administración. Las elecciones no generan una expectativa generalizada como vehículo de cambio y de mejora.

El segundo componente proviene del agravamiento de la situación económica , que produce una tensión cada vez más difícil de gestionar. Sumado a que el Gobierno exhibe desde hace tiempo un grado de desarticulación interna y desflecamiento en la gestión, que solo profundiza el problema. El índice de inflación del 7,7% marcó un récord desde la salida de la convertibilidad y también exhibe las limitaciones de Hacienda para conducir la variable más sensible. Ya no generan efecto las medidas paliativas de Sergio Massa , quien corre el riesgo de que la escalada adquiera una dinámica propia, que ya no pueda contener. Dante Sica dice que el ministro parece "un malabarista callejero", porque al principio le salen todas las piruetas, pero después se agota y se le empiezan a caer las pelotitas al piso.

La falta de reservas y la suba del dólar blue, completan un escenario que es analizado con profunda preocupación entre los principales actores empresariales, donde empieza a emerger la duda sobre la sustentabilidad del actual esquema, especialmente a partir de las PASO de agosto. Llegar a diciembre sin un fogonazo inflacionario o una corrida bancaria se transformó en un objetivo de máxima sensibilidad. Massa se lo planteó al FMI en sus reuniones de esta semana y ayer consiguió una señal clave para descomprimir temporalmente la situación. "Recalibrar" el plan, acordaron, con la justificación de la sequía. Una admisión de que el programa anterior había perdido sentido como guía y ancla de la economía. En Hacienda se ilusionan con que en los próximos meses habrá un cambio de tendencia, por el fin de la sequía y la menor demanda de importación de gas. Habrá que ver si alcanza.

Gita Gopinath con Massa y su equipo

Y el tercer factor es el desorden del esquema electoral, que podría considerarse natural en la previa a unas primarias, pero que...

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