La trampa de la 'Argentina solidaria'

El populismo es reencarnación de la monarquía absolutista en la Modernidad, un festival del ancien régime celebrado hoy en nombre de la revolución social. Nada más parecido a los viejos monarcas que los modernos déspotas del populismo triunfante, como han comprendido quienes le pusieron Rey Castro a uno de los restaurantes cubanos de esta capital.

Lejos de ser la vanguardia de la Historia, el populismo impregna la escena política con los aromas rancios de la era monárquico-feudal. En el lugar donde las revoluciones liberales y democráticas erigieron la república, el populismo entroniza a la nación; donde construyeron la independencia de poderes, restaura al monarca y al caudillo que todo lo comandan desde el Ejecutivo; donde había federalismo impone el estado unitario y su gran caja domesticadora; donde existía limitación de poderes reconstruye el viejo y querido poder absoluto; donde crecía la interdependencia de los pueblos intenta sacralizar la soberanía nacional, expresión resucitada del poder del soberano sobre el territorio y sus súbditos. Donde había Estado de Derecho, el populismo hace crecer el despotismo y la arbitrariedad, y donde se había levantado la muralla que separaba la propiedad pública de la privada, santifica la apropiación monárquica del patrimonio estatal.

El proyecto populista no es contingente ni espontáneo. Por el contrario, tiene un método y un objetivo precisos: la reducción del ciudadano autónomo de la Modernidad a la condición de cliente, esa versión posmoderna del siervo de la gleba. El populismo genera clientes sin distinción de clases a través de su programa fundamental, el Clientelismo para Todos: subsidios, blanqueos y negociados para los de arriba; transporte, energía y fútbol gratis para los del medio; planes sociales, choripán y ladrillos, para los demás. Sobra decir que en plena era de la sociedad global del conocimiento la epopeya populista está destinada al fracaso; lo que no quiere decir que no logre arrastrar al abismo a una sociedad entera.

Y bien, la Argentina Solidaria es la cara complementaria del populismo. Nace de las catástrofes causadas por él y de la falta de toda solidaridad real. Desempeña, en el reino kirchnerista, la misma función indispensable que en las monarquías del medioevo desempeñaba la caridad. Su objetivo es la domesticación del ciudadano, su reducción a la dependencia y la abolición de todo intento de autonomía mediante la instrumentación de los buenos sentimientos de las...

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