Todesca: la revancha del director del Indec

A Jorge Todesca se lo ve bien. El director del organismo público de estadísticas no tiene miedo de hablar del difícil trance por el que pasó. Todo lo contrario. "Digo gracias a Dios, a mi familia y a los médicos del hospital Alemán. Llegué al Indec con esta enfermedad que fue muy impactante y el organismo es parte de la solución y no del problema", resume. Sus ojos se iluminan y el tono se vuelve reflexivo. "Tuve un linfoma, pero al ser muy disciplinado en lo terapéutico los médicos lo detectaron a tiempo y desde un primer momento me dijeron que tenía solución", agrega.

"¿Cómo vas a balancear esto con el trabajo?", le preguntaron los médicos. La respuesta fue: "Me dedicaré al Indec y a la salud. No fui al cine, ni a ningún lado. La energía se concentró y el balance fue más que positivo. Me fortaleció", suma.

Los resultados demuestran que se trata de mucho más que palabras: sus primeros seis meses al frente del Indec le demandaron días y noches de dedicación. Renacieron varios de los índices que habían sido discontinuados en la gestión Kirchner y, poco a poco, se recuperaron los números de crecimiento de la economía -con correcciones incluidas-, los de comercio exterior y también el índice de precios al consumidor (IPC), que había sufrido la intervención de Guillermo Moreno y del equipo que puertas adentro aun hoy califican como "batatas entry", es decir, de personas que inventaban resultados en lugar de medirlos.

En los próximos dos meses completará una de las misiones más complejas: la resurrección de la encuesta permanente de hogares, puntapié inicial para medir la canasta básica alimenticia, la canasta básica total y, en consecuencia, la indigencia y la pobreza.

"El saldo es muy positivo, porque logramos restablecer la estadística pública en su mayor parte", sonríe. Sin embargo, admite que el camino no es sencillo. "El trago más amargo es la presencia de un núcleo sindical de UPCN (gremio de la administración pública), que mantuvo distintos grados de agresión e interferencia con la gente que trabaja. Los invité a integrarse pero no lo resolví. Es un núcleo que es el más violento y les resulta difícil adaptarse a una situación de normalidad", plantea.

Asegura que no quiere "una guerra permanente", pero que "algunos, no todos, creen que pueden estar todo el día sin trabajar y al lado tengo gente que se esfuerza mucho", describe.

Hay un número que pondría nervioso a más de un CEO y que grafica la herencia en el Indec: cuentan con 1500...

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