Todas las fichas en la Provincia para ganar el país

¿Y es viable?", preguntó en estos días María Eugenia Vidal. Hablaba con su equipo de colaboradores sobre Cresta Roja, que quebró el año pasado luego de sucesivos y millonarios intentos de rescate por parte del Estado durante una década. Le contestaron que sí, que el principal inconveniente del frigorífico había sido el sobredimensionamiento al que llegó después de las asistencias del gobierno venezolano, pero que bien manejado podría salir adelante. Cresta Roja tiene todavía unos 2500 empleados que reciben subsidios de reprogramación productiva (Repro) y se ha convertido, junto con la planta bonaerense de Sancor -otra de las empresas comprometidas tras la caída de los acuerdos con Venezuela-, en una de las obsesiones del gobierno de la provincia de Buenos Aires.

Son situaciones que, a un año de las elecciones, emergen como el gran test para el proyecto de Macri y alarman en Cambiemos tanto o más que la inseguridad. Todo es más arduo en medio de la caída en la actividad. Vidal ha empezado hace varias semanas un trabajo de coordinación territorial con intendentes de distritos de industrias en problemas: focos que pueden incubar crisis políticas. Las alertas son viejas, pero resurgieron hace dos semanas, con rumores de protestas o acciones sociales programadas para noviembre y no ya desde comisarías desleales, como se había insinuado a mitad de año en algunos distritos, sino directamente desde organizaciones sociales.

Son perturbaciones que no sólo tiene Vidal. Después de aquella marcha a Plaza de Mayo por el día de San Cayetano, el papa Francisco dio advertencias similares a interlocutores de confianza. Bergoglio suele hacerlo mediante el trazado de un contraste: Macri no valora lo suficiente el vínculo con esos núcleos militantes, dice, algo que sí cultiva personalmente la gobernadora a través de la relación con dirigentes como Emilio Pérsico y Fernando Navarro. "No lo politicen", fue el pedido que, sin éxito, hizo la Iglesia a los organizadores del 7 de agosto.

Es cierto que a Macri no lo ayuda la debilidad con que nació la CGT unificada. Tanto o más reacios que él a corrientes radicalizadas, los sindicalistas acaban de abrir esta semana un canal de diálogo con dirigentes del Movimiento Evita, la Corriente Clasista y Combativa, Barrios de Pie y la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular. Ese acuerdo tácito e histórico terminó de neutralizar el beneficio que, una vez conformado el triunvirato Schmid-Acuña-Daer, suponía para el...

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