El tiempo envejece deprisa

Es el fulgor de las palabras lo que a veces mueve a escribir una historia, tan solo eso, la vaga evocación que producen en quien oye o lee, un hilo de oro que seguimos a tientas, encandilados por esa sonoridad y avanzando penosamente por esa penumbra un tanto ominosa. Es de mañana cuando tomo el volumen de cuentos de Antonio Tabucchi que en estos días ha llegado a mis manos. Recorro el índice con la alegría con que nos reencontramos con un amigo entrañable. No hace mucho tiempo he leído Sostiene Pereira, y la historia se ha quedado conmigo de un modo empecinado. El último de los cinco libros que conforman esta colección de formas breves lleva el título de El tiempo envejece deprisa. Leo las primeras líneas por simple curiosidad, solo les echo un vistazo antes de dedicarme a resolver algunas cuestiones domésticas. Anota Tabucchi: "Le pregunté sobre aquellos tiempos en que éramos aún tan jóvenes, ingenuos, entusiastas, tontos, inexpertos. Algo de eso ha quedado, excepto la juventud, respondió". Un fogonazo en medio de la noche cerrada, o el cuerpo cayendo desde un peñasco al mar embravecido.El tiempo envejece deprisa, eso tenemos.Me siento a escribir con esa frase titilando en mi interior. De pronto recuerdo lo que pudo haber sido el principio de una promisoria carrera en la dirección de cine: una película breve rodada de manera precaria cuando era estudiante de periodismo y había recién empezado a ver películas de cierta ambición artística, algunas de ellas con largas secuencias mudas que eran extenuantes para quienes no eran parte de la cofradía de espectadores cinéfilos. Recuerdo a puro capricho, con esa despreocupación (¿esa libertad?) que tanto suele reclamarnos el psicoanalista cuando pide que digamos lo primero que nos viene a la mente, no importa que parezca una tontería, casi es mejor que lo parezca porque en esos pensamientos en apariencia insignificantes hay algo precioso, pepitas de oro en el fondo de un mar viscoso.La película era un modesto trabajo colectivo, cuatro ensayitos audiovisuales que tenían como asunto el tiempo, o quizás el paso del tiempo, lento y minucioso. No la guardo conmigo, y lo lamento: me gustaría mirarla, pero no porque tenga el menor valor, sino porque en ella quizá encontrase los rastros de ciertas preguntas que habrían de acompañarme el resto de mi vida.Hasta ese momento yo no había manifestado ningún...

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