Un testigo clave cuando buscan la impunidad

¿Es el contador uno de esos místicos que dicen haber visto la aparición de la Virgen? ¿O es simplemente un hombre de fe que llegó por ese camino al absoluto arrepentimiento? ¿Es un "arrepentido moral" que significa una "bomba de tiempo", como lo describió el fiscal general ? ¿O es, en cambio, un hablador compulsivo que mezcla lo que sabe, lo que infiere y lo que escuchó? La Justicia no ha terminado todavía de responderse esas preguntas, al menos en todas sus instancias. Manzanares es un testigo crucial, porque su trabajo como contador de confianza de la familia Kirchner le permite apuntar directamente contra esa dinastía política. Antiguo integrante de la orden católica Opus Dei (ya no lo es), Manzanares suele postrarse ante el juez y el fiscal pidiendo perdón a sus padres, a los amigos de sus padres, a sus hijos, a los ciudadanos de y, ya que está, a los de toda la Argentina. No reclama ningún beneficio para su futura condena. "Merezco estar preso", repite como si practicara la flagelación de los antiguos frailes.Stornelli no lo considera un místico, ni mucho menos; solo un hombre que cree en Dios y a quien el arrepentimiento le costó un largo proceso personal. Manzanares tiene un valor especial porque habla de lo que hacían los dos Kirchner que llegaron al poder.Hay testimonios más importantes de empresarios, porque estos cuentan un sistema de corrupción dentro del Estado, pero no hablan de los Kirchner. Nunca le entregaron personalmente un peso ni un dólar a los Kirchner. Hablan de los intermediarios que llegaban en nombre de los Kirchner para desplumarlos: , , y , entre otros. En más de 25 horas de confesiones ante el fiscal, Manzanares habló de haber manejado o visto una fortuna de unos 350 millones de dólares. Unos 150 millones en propiedades dentro y fuera del país, y 200 millones que los Kirchner guardaban en canutos, escondrijos o bóvedas secretas. 200 millones de dólares en efectivo. Dio nuevos nombres y nuevas pistas que servirían para profundizar la investigación. Habló de la familia Eskenazi, dueña del banco de Santa Cruz; es fácil de comprobar si esa aseveración es cierta o no porque los movimientos de un banco están supervisados por el Banco Central. Los Eskenazi lo desmintieron. La Justicia pedirá una urgente auditoría.Los fiscales nunca hablan de declaraciones que no han sido homologadas por el juez. Bonadio no homologó todavía el testimonio de Manzanares. El silencio no solo es una obligación de los fiscales, sino también...

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