Un test fundamental para la democracia en Estados Unidos

Las elecciones de medio término en EEUU

Las elecciones en Estados Unidos siempre despiertan interés. Por una combinación de factores inusuales y determinantes, los del 8 de noviembre pueden ser considerados los comicios de mitad de período más importantes en décadas. La dinámica de polarización se profundiza: ambos partidos mayoritarios ya no representan intereses diferentes, sino que sostienen una concepción denigrante de su rival, a punto tal de considerarse mutuamente un peligro para el orden político-institucional que convirtió a EE.UU. en la principal potencia. Para los demócratas, un eventual triunfo del GOP implicaría acelerar la decadencia del sistema democrático hasta ponerlo al borde de su extinción. Para los republicanos, una victoria rival alimentaría el riesgo de perder las libertades individuales en manos de un gobierno intervencionista, mentiroso y autoritario. Ambos coinciden en dos puntos: el problema es el otro y la disputa es puertas adentro. De hecho, situaciones como la guerra en Ucrania casi no figuran en sus agendas electorales. Manejan valores, mapas cognitivos y narrativas tan extremas que parecerían competir en dos países diferentes.

Este turno electoral es un test importante respecto del contradictorio contexto económico que vive el país. Los primeros dos trimestres de 2022 fueron malos, con caídas del PBI (técnicamente estaría en recesión), aunque el mercado de trabajo continuó muy activo y los consumidores siguieron mostrando voluntad de gastar su dinero. Luego de seis subas consecutivas de la tasa de interés por parte de la Reserva Federal (la última, el pasado miércoles 2 por otros 75 puntos básicos), varios sectores ajustaron sus plantillas y el precio de las propiedades comenzó a bajar muy rápidamente. En el tercer trimestre la economía volvió a crecer y eso parecía mejorar las chances del oficialismo, pero desde octubre el humor social empeoró, con la inflación como la principal preocupación de los votantes. Millones de norteamericanos invierten sus ahorros en el mercado bursátil para su vejez: este año fue hasta ahora uno de los tres peores de la historia contemporánea (los otros: 1931 y 1969). Mirando una planilla de cálculo, un veterano operador de Wall Street afirmaba: "a mis casi 57 años debo cambiar mis planes; en vez de a los 62, con suerte podré retirarme a los 70. Cuando comencé a trabajar, la esperanza de vida era de 74, así que pensaba vivir muy bien. Pero ahora me dicen que viviré mucho más...

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