Tensiones internas en un gobierno en compás de espera

La política está suspendida en el aire a la espera de una definición. En la coalición gobernante conviven en tensión grupos diferentes, los retazos del entramado que tejió el Presidente para ganar las elecciones y que comenzaron a mostrar grietas internas sobre el futuro de la reforma judicial, de los servicios de inteligencia, de la relación con Comodoro Py, de la política de seguridad. Los aliados coexisten en vilo a la espera de una resolución que tercie entre unos y otros. Pero Alberto Fernández aguarda el Día D, el cierre de la renegociación de la deuda, como la llave que despeja el horizonte e inaugura una nueva etapa.En el peronismo, intendentes, gobernadores y líderes sectoriales conciben como inevitable que los crujidos internos, que tiene a la convivencia entre el Presidente y Cristina Kirchner como su máxima expresión, antes o después enfrentarán un desenlace. Pero lo pronostican como eventos de una segunda etapa histórica. "Si el pibe Guzmán la mete, nosotros podemos empezar a hacer política", expresa con retórica barrial un intendente del conurbano afín al albertismo. El "pibe", claro, es el ministro de Economía, Martín Guzmán, y la parábola futbolística alude al objetivo de un acuerdo con los acreedores que cierre el compás de espera que pesa sobre el Gobierno e inaugure un nuevo ciclo. Recién entonces, en la mente de los protagonistas, las tensiones se saldarán con la reacción de un liderazgo presidencial ratificado.Mientras tanto, con las definiciones latentes, la singularidad de la política argentina tienta a jugadas atrevidas. Como la protagonizada el martes por Malena Galmarini cuando, en una entrevista con Clarín, lanzó la candidatura presidencial de Sergio Massa apenas dos meses después de la asunción de Alberto Fernández. Una marca récord incluso en la ansiedad de la dirigencia vernácula, que dejó atónitos a dirigentes de la coalición gobernante. En el massismo niegan que hubiera sido calculado y juran que extendió molestia más que satisfacción. Pero el peronismo tomó nota sobre la osadía.Hay diferencias que la Casa Rosada prefiere ocultar, como el enredo que envuelve la reforma judicial y la puja entre interlocutores con el Poder Judicial, y otras que salen a la luz con beneplácito gubernamental, como .En la construcción simbólica de un "albertismo" como fase superior del cristinismo, la polémica con el exministro Julio De Vido resultó útil para los colaboradores del Presidente, convencidos de que los ayuda a...

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